Los animales y el cultivo de la virtud en el budismo

ROBERTO E. GARCÍA

Desde sus inicios el budismo ha tenido una visión compleja del reino animal y de la relación de estos seres con el conocimiento y la liberación. Por una parte, en algunos textos budistas encontramos una tendencia a considerar a los animales como seres sometidos al vaivén de los instintos, incapaces de razonar y tomar decisiones conscientemente para cultivar las virtudes. Pero, por otra parte, hay una extensa literatura budista en donde se reconoce las capacidades de los animales para reflexionar y actuar virtuosamente en beneficio de otros seres. Estas dos posturas representan puntos de vista distintos sobre los animales, pero no agotan las múltiples formas en que los budistas han entendido a los habitantes del reino animal. A continuación, abordaremos algunos aspectos de cómo los budistas han concebido a los animales, sus capacidades para reflexionar y para adquirir conocimiento.

Swayambhunath, Katmandú, Nepal. Cortesía de Itzel Valle.

Primero, es importante entender que, para las distintas tradiciones budistas, todos los seres vivos al morir pasan por diferentes formas de renacimientos que van siendo determinados por sus actos, lo que los budistas llaman karma. El karma de cada ser individual posibilita que vaya experimentando distintas existencias, siendo la condición animal una de estas posibles formas. Así, a diferencia de las perspectivas evolucionistas modernas, en donde se considera que el ser humano forma parte del reino animal, para los budistas tradicionales la condición animal es un tipo de existencia aparte, en la cual es posible renacer tras una vida humana. Sin embargo, junto con otros dos tipos de existencia (el de los llamados espíritus hambrientos y el de los seres infernales), la existencia animal es considerada como uno de los renacimientos menos deseables.

Ahora, lo que de acuerdo a ciertas perspectivas budistas caracteriza a los animales y los distingue de los otros tipos de renacimiento es que en general viven en estados de angustia porque o bien son comidos por otros animales o bien son atrapados por los humanos, o son utilizados por estos para hacer trabajos, o asesinados para devorarlos. En el Mahāvastu, un texto budista en sánscrito del siglo I, se sintetiza esta visión de la siguiente forma: «…los seres que tienen estados de existencia animal están extremadamente afligidos… Se devoran entre sí, beben su sangre, se asesinan y hieren unos a otros.»[i]Otro texto sánscrito del siglo III, el Saddharmasmṛtyupasthāna, amplía esta visión de la siguiente forma: «…las criaturas que viven en el agua se devoran entre sí … Constantemente están perturbadas por la sed, son chamuscadas y viven con miedo a ser atrapadas… Las que viven en la tierra… están perturbadas por… el cautiverio, por ser asesinadas con espadas, por la enfermedad, la vejez, la muerte, y por ser atacadas por otras… Las que se mueven por el cielo… están aterrorizadas y afligidas por el envenenamiento, el cautiverio, las espadas, el hambre y la sed, por otros depredadores, y por el frío y el calor. »[ii]De acuerdo a este tipo de literatura, el gran sufrimiento que experimentan los animales procede de varias fuentes: de las fuerzas de la naturaleza, de otros animales y del ser humano. En conclusión, los animales estarían sumidos continuamente en el miedo, la angustia y la desazón, por lo que la condición animal sería desfavorable a causa del pavor y del constante peligro que experimentan.

Lumbini, Nepal. Cortesía de Itzel Valle.

Frente a esta visión negativa de la condición animal, ¿qué dicen los budistas con respecto a la capacidad que tienen estos seres para cultivar el conocimiento? En realidad, las opiniones son variadas. Por ejemplo, en un texto pali del siglo I titulado Milindapañha, un rey llamado Milinda le hace una serie de preguntas al monje Nāgasena. Como respuesta a una de estas preguntas, el monje le habla al rey de las capacidades cognitivas de los animales de la siguiente forma: «La sabiduría (paññā) es diferente del razonamiento (manasikāra). Rey, las cabras, las ovejas, los toros, los búfalos, los bisontes y los asnos poseen razonamiento, pero no tienen sabiduría.»[iii]En suma, en este texto se afirma que los animales sí tienen la capacidad de reflexionar y razonar, pero no de cultivar la sabiduría. La sabiduría es un factor de gran importancia en todo el esquema doctrinal budista, pues ella es la que permite percibir la realidad en su verdadera naturaleza y por lo tanto posibilita obtener un conocimiento que lleva al individuo a liberarse del ciclo de renacimientos.

Ahora bien, esta no es la única perspectiva budista sobre el tema. Otra pregunta pertinente sería la siguiente: ¿acaso los animales pueden ser instruidos, pueden recibir algún tipo de enseñanza? Si de acuerdo al budismo los animales tienen la capacidad de reflexionar, esto quiere decir que pueden llegar a tener entendimiento de ciertas ideas y doctrinas, y también podrían cultivar el conocimiento. El monje Buddhaghosa, un estudioso muy influyente en la tradición del budismo theravāda, en su tratado Visuddhimagga aborda brevemente este punto. Allí afirma que los animales sí pueden ser receptivos a las enseñanzas budistas y remite al lector a una serie de historias que aparecen en las fuentes del budismo theravāda. Indica que el Buddha «también otorgó sus enseñanzas a animales. Pues al escuchar la enseñanza (Dhamma) del Bienaventurado los animales pueden adquirir el beneficio de un soporte (para un buen renacimiento), y con ese beneficio llegan, en su segundo o tercer renacimiento, a experimentar el sendero (de la liberación) y su maduración.»[iv] Así, para Buddhaghosa los animales sí pueden recibir instrucción, y eso quiere decir que estos seres también tendrían la capacidad de cultivar estados mentales virtuosos. Ahora, es importante señalar que Buddhaghosa también explica que al recibir instrucción los animales no se liberarán en esa misma vida, sino tras un segundo o tercer renacimiento, en el cual experimentarán los efectos kármicos benéficos de esos estados mentales virtuosos. Solo entonces podrán acceder al sendero de la liberación.

Swayambhunath, Katmandú, Nepal. Cortesía de Itzel Valle.

Una de las historias que menciona Buddhaghosa nos dice que el Buddha estaba dando una instrucción a un grupo de monjes cerca de un estanque de lotos. En el estanque había una rana que también estaba escuchando las enseñanzas del Buddha. Por un instante su mente se volvió completamente receptiva y justo en ese momento un pastor golpeó descuidadamente su cabeza. La rana murió en el acto mientras escuchaba la enseñanza del Buddha, pero gracias a la receptividad mental que logró tener justo antes de morir, inmediatamente renació en uno de los planos celestes. El Vimānavatthu, uno de los textos en pali que presenta una versión de esta historia, cuenta que la deidad, que anteriormente había sido la rana, se aproximó al Buddha y le dijo lo siguiente: «Antes era una rana que vivía en el agua, pero mientras escuchaba tu Dhamma fui asesinado por un pastor. ¡Observa mi poder mental y mi gloria que surgió de un solo momento de pureza mental, observa mi majestad, mi belleza y esplendor!»[v]

En parte, la belleza de este relato es que plantea que la rana, aún sin tener un cultivo avanzado de la sabiduría o de otras virtudes, por el simple hecho de ser receptora de la enseñanza del Buddha fue capaz de desarrollar en un solo instante una pureza mental que le permitió acumular el mérito para renacer como una deidad. Esto nos dice que para algunos budistas los animales sí pueden tener estados mentales virtuosos y pueden desarrollar y cultivar estados mentales de pureza. Esta idea se ve reforzada por un texto que he mencionado antes, el Saddharmasmṛtyupasthāna, en donde se afirma lo siguiente: «Existen animales que, aunque temerosos de los predadores, las amenazas, las golpizas, el frío, el calor y el mal tiempo, si son capaces de hacer caso omiso a su perturbación y tan solo por un momento generan un pensamiento de fe hacia el Buddha, el Dharma y el Sangha, su flujo de transmigración será breve.»[vi]

Bodhgaya, India. Cortesía de Itzel Valle.

Así, en distintos textos budistas es posible leer acerca de encuentros entre el Buddha y distintos animales que son receptivos al Dhamma budista. En estos encuentros a menudo se señala la maleabilidad de la mente animal, a la que finalmente se le reconoce la capacidad de recibir instrucción y de cultivar virtud. Un episodio interesante que hace referencia a esto es el de la visita espontánea de un mono y un elefante al Buddha, quien se encontraba en retiro solitario en el bosque. Se trata de un episodio muy bello en el que ambos animales, al ver al Buddha, tienen la intención de asistirlo en su retiro. El mono, reflexionando que el Buddha puede tener hambre, consigue miel y se la lleva para alimentarlo. Por su parte, el elefante, en algunas versiones también le lleva frutas al Buddha, y en otras le lleva flores de loto a modo de homenaje. De esta forma, en la historia del mono y el elefante sobresale la virtud de la generosidad, un estado mental que juega un papel importantísimo dentro del marco de ideas budistas. Al obsequiar al Buddha con alimentos y flores, estos dos animales habrían generado un mérito extraordinario que los acercaría a la posibilidad de liberarse en vidas posteriores.

En buena medida, muchas de estas historias reflejan la apertura de los budistas por comprender a los animales y por reconocer que su experiencia de la realidad, aunque en muchos sentidos es distinta de la de los seres humanos, en otros es increíblemente cercana. Tal como nosotros, los miembros del reino animal sienten, piensan y reflexionan, y si bien se enfrentan a enormes limitaciones para desarrollar la sabiduría y comprender la realidad en su verdadera naturaleza, algunos de ellos son totalmente capaces de cultivar estados mentales virtuosos y realizar obras en beneficio de otros seres, creando de esta forma las condiciones para experimentar renacimientos más afortunados que les permitan desarrollar el cultivo de la sabiduría y lograr liberarse del sufrimiento. Inevitablemente, esta forma de considerar a los animales ha implicado que muchos budistas defiendan una ética que privilegie el respeto a estos seres. En nuestra época, cada vez es más común ver comunidades budistas que abracen y promuevan distintos grados de vegetarianismo o incluso un veganismo estricto, y que estén activas en cuidar y proteger a todo tipo de animales, tanto salvajes como domesticados. Estas actitudes, que en muchos casos implican un rechazo consciente del especismo, no solo benefician a los animales, sino que también engrandecen aquellos factores que nos hacen ser humanos virtuosos, es decir, nuestra capacidad para sentir empatía y compasión, así como para ser benevolentes con otros seres.

[i] Senart 1882, 27.

[ii] Stuart 2015, 408-11.

[iii] Rhys Davids 1890, 50-1.

[iv] Buddhaghosa 1991, 204.

[v] Horner 1974, 102-3.

[vi] Stuart 2015, 414.

Referencias

Buddhaghosa. 1991. The Path of Purification (Visuddhimagga). Trad. por Bhikkhu Ñāṇamoli. Kandy: Buddhist Publication Society.

Horner, I.B. Trad. 1974. “Stories of the mansions”. En Minor Anthologies IV. Bristol: Pali Text Society.

Rhys Davids, Thomas. Trad. 1890. The Questions of King Milinda. Oxford: Clarendon Press.

Senart, Emile. Ed. 1882. Mahāvastu Avadāna. Le Mahâvastu, T. I. París: L’Imprimerie Nationale.

Stuart, Daniel M. Ed. 2015. A Less Traveled Path: Saddharmasmṛtyupasthānasūtra Chapter 2, Critically Edited with A Study on Its Structure and Significance for the Development of Buddhist Meditation. Sanskrit Texts from the Tibetan Autonomous Region (STTAR) 18. Beijing y Viena: China Tibetology Publishing House—Austrian Academy of Sciences Press.

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 Roberto E. García es traductor de sánscrito y pāli y un estudioso de tradiciones narrativas del budismo indio. Actualmente es Profesor-Investigador de Estudios Budistas en el Centro de Estudios de Asia y África (CEAA) de El Colegio de México, donde desarrolla investigación sobre los linajes de autoridad regia en la literatura del budismo indio y sobre la historia del budismo en México. Ha publicado varios ensayos académicos sobre literatura y cultura budista. Entre sus publicaciones destaca el libro Jātakas, Antes del Buddha. Relatos budistas de la India, una traducción directa del pāḷi de relatos de vidas pasadas del Buddha. De 2015 a 2017 fue investigador y traductor en el Buddhist Translators Workbench, un proyecto de lexicografía sánscrita del Mangalam Research Center for Buddhist Languages en Berkeley, California.


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