De monjas libres y traductores infieles
ALEIX RUIZ FALQUÉS
Hace unos meses se produjo en el mundo de la literatura buddhista uno de estos terremotos que sacuden la apacible vida de la comunidad. Recuerdo que abrí mi teléfono por la mañana y me encontré con varios mensajes que me informaban de un «escándalo» relacionado con una traducción de un texto buddhista en pali. Se trataba de un libro de poesía llamado The First Free Women, Poems of the Early Buddhist Nuns, de Matty Weingast (Shambala, 2020). El escándalo se viralizó a partir de una reseña crítica de Bhante Akāliko en internet. En palabras del reseñista, el libro se había anunciado y comercializado como una traducción del original pali, cuando en realidad no lo era. En su examen pormenorizado del libro de Weingast, Bhante Akāliko explica que existen ya muchas y buenas traducciones de esta antología llamada Therīgāthā, una colección de poemas de monjas que llegaron a la iluminación en tiempos del Buddha. La difusión del libro de Weingast como si fuera la propia poesía de antiguas mujeres liberadas constituye, pues, una especie de fraude, ya que, como el reseñista se encarga de demostrar, el libro no contiene una «verdadera traducción» (real translation) de las Therīgāthā. Bhante Akāliko sugiere que este tipo de obras originales, que no son traducciones, deberían presentarse como lo que son y añade: «al fin y al cabo, la traducción es un arte sagrado. Y este es un texto sagrado».
El problema, pues, no es de copyright. Aquí el problema es la autoridad del traductor y de la traducción, y la forma como esta nueva versión se presenta al mundo, más concretamente al mercado. El original es un texto sagrado, sí, ¿pero hasta qué punto podemos decir que la traducción también lo deba ser?
La reseña de Bhante Akāliko era tan demoledora y la suscribía tanta gente preclara que sentí curiosidad y me compré el libro. «Aunque no valga para nada» pensé, «al menos te servirá como ejemplo, o incluso como escarnio, en las clases de pali». Pero cuál no fue mi sorpresa cuando, al empezar a leer el libro de Weingast, tuve que reconocer que algunos de aquellos poemas me gustaban tanto o más que los originales en pali. Sí, está bien, no es una traducción literal, no es ni tan solo una traducción. El autor ya advierte en el prefacio que la mayoría de poemas son variaciones sobre los originales, son recreaciones. Pero dejando la polémica de lado, si nos centramos en la poesía como medio para diseminar el Dhamma, la obra de Weingast tiene un gran potencial. Su libro consigue presentar de un modo actual y fresco una serie de ideas e imágenes que claramente están ya en las Therigāthā.
Compartí mi opinión con algunos amigos y colegas. Algunos subrayaron el hecho de que las poesías de Weingast son estéticamente inferiores a los originales. En esto yo también estoy de acuerdo. Pero el tema no es este, porque casi todas las traducciones son inferiores, estéticamente, a su original. El tema, aquí, es si el libro de Weingast es estéticamente inferior a otras traducciones de las Therīgāthā. En ciertos pasajes la traducción literal, como por ejemplo la de K. R. Norman al inglés, es infinitamente mejor que la nueva versión libre (lo explica muy bien Doug Smith en este video). Pero las partes más originales del libro de Weingast tienen una frescura que no tiene ninguna de las grandes traducciones «fieles» a los poemas en pali.
La poesía no puede nacer de un acto de copia y las traducciones literales son, en buena medida, actos de copia. Tienen un gran valor filológico, nos ayudan a llegar al original, pero en sí mismas no habrían llegado nunca a ocupar un lugar destacado en las librerías. Aquí cabe recordar que en la tradición buddhista se dice claramente que «el espíritu (artha) del texto es el refugio, no la letra (vyañjana)». En principio, pues, no tendría que haber tanta resistencia a versiones de un texto buddhista que buscan representar (es decir, volver a presentar) el original y darle vida otra vez, más que embalsamarlo como una momia. ¿Acaso no hicieron esto los maestros antiguos como Aśvaghoṣa? ¿Y no hacen lo mismo los grandes maestros de nuestros días como Ajahn Brahm cuando, al ofrecer una charla del Dhamma, dicen en otras palabras, más actuales, lo que ya dijo el Buddha en pali, y utilizan imágenes y símiles accesibles a su audiencia del s. XXI?
Volviendo a la cuestión de la sacralidad, muchos aceptaremos que no es lo mismo traducir una novela policíaca que un texto sagrado. ¿Pero debemos aceptar, por ello, que una traducción literal, ortopédica e incomprensible es más respetuosa con un texto sagrado que una traducción libérrima pero bella e inspiradora? ¿Por qué escribieron estas monjas liberadas poemas y no tratados escolásticos en prosa? ¿Acaso la «traducción cultural» no es tan legítima como las otras?
Quienes han intentado traducir las Therīgāthā de un modo que sea estéticamente respetuoso con lo sagrado, han tenido que transgredir la literalidad. La cuestión es, ¿hasta qué punto puede el traductor adaptar el poema original? Yo no lo tengo nada claro. Lo tengo todavía menos claro cuando se trata de una tradición, como la buddhista, que utiliza de forma recurrente la técnica de la variación (la misma técnica que utiliza Weingast), diciendo lo mismo primero en prosa, luego en verso, primero en una frase, luego en diez páginas, dándole una vuelta, luego otra. Esto es lo que significa el término pali pariyāya, «darle otra vuelta» «decirlo de otro modo», uno de los métodos canónicos de la enseñanza del Buddha.
Cualquier traducción es ya una reconstrucción. Creo que hablar de «traducciones reales», por oposición a las… ¿irreales? no acaba de solucionar el problema. Siempre me ha dado la impresión de que la frontera entre la traducción y la creación artística, si existe, solo viene determinada por leyes y convenciones sociales. Si alguien se aparta del original lo acusarán de traición y si publica su obra sin decir que se ha inspirado en el original lo acusarán de plagio. En mis días de estudiante de filología los profesores solían repetirnos: «lo que no es tradición es plagio». Aquí está la gracia, creo yo, del libro de Weingast. Aunque hubiera querido ser completamente original y apartarse del texto pali, no habría podido liberarse nunca de su influencia. La infidelidad de Weingast, creo, no es tan fácil de demostrar. Si se le hubiera ocurrido publicar el libro como una obra original, el motivo del escándalo habría sido un supuesto plagio.
Las premisas filológicas y epistemológicas de muchos reseñistas están imbuidas de prejuicios modernos, posteriores a la invención de la imprenta, prejuicios de la sociedad protestante burguesa, mercantilizada, alfabetizada a través de textos impresos reproducidos mecánicamente, esta sociedad tan bien descrita por Marshall McLuhan y otros teóricos de los mass media. En el fondo del escándalo encontramos la larga sombra del mercado: ¿en qué categoría del supermercado de los libros debe estar este volumen de Weingast? ¿Qué etiqueta le ponemos? ¿Cómo debe clasificarlo la Biblioteca del Congreso en Washington? ¿No será una estafa vender el libro con este título, como si uno vendiera pescado en la sección de productos veganos? Todo ello mezclado con nociones metafísicas sobre la autoría y la originalidad de los textos, conceptos ajenos a la propia tradición buddhista premoderna (incluso me atrevería a decir que moderna). La indignación es, obviamente, comprensible y justificable, pero solo intento poner de relieve que esta indignación parte de ciertas premisas que son discutibles. (Por cierto, la editorial Shambhala ya ha modificado el diseño del libro para dejar claro que son poemas «reimaginados».)
Hace pocos años el poeta español Jesús Aguado publicó una traducción de las Therīgāthā en español, con el subtítulo Poemas budistas de mujeres sabias (Kairós, Barcelona, 2016). La traducción tuvo cierta repercusión en los medios. Es una traducción basada en otras traducciones, ya que el poeta Aguado no es experto en pali. Si uno lee el original en pali seguido de la traducción española, puede ir observando el trabajo original de Aguado, que en mi opinión es de un gran mérito, aunque obviamente ha pasado bastante desapercibido. El poeta decide retocar o revisar todo aquello que sea necesario para mantener la poesía del original. Otro acierto de Aguado y de su editor es introducir los poemas con resúmenes de las biografías de estas monjas, unas biografías que se encuentran en los comentarios en pali. Pero aquí viene la cuestión más problemática, que no se ha debatido todavía. El elefante, o más bien la elefanta, en la habitación.
La tradición nos dice que estos poemas fueron escritos por mujeres iluminadas. Tanto el libro de Weingast como la traducción de Aguado han sido recibidos por la prensa y por el público como una aportación dentro del campo de la literatura escrita por mujeres. El componente de género, en el márketing de sendos libros, es obvio. De hecho, algunos lectores han acusado a Weingast de mansplaining por ser él un hombre adaptando poemas de mujeres. Pero, curiosamente, es muy probable es que los poemas de la colección, o al menos muchos de ellos, no fueran obra de mujeres. Así lo señaló en su día el profesor Steven Collins en un foro sobre estudios de pali en internet y el hilo de discusión sobre las therīs terminó de forma abrupta y desconcertante.
Cualquier persona que haya estudiado la sociedad de la India antigua y su literatura comprenderá que lo más probable es que fueran hombres quienes escribieron estos poemas. De hecho, fue el Thera Ananda quien los recitó en el primer concilio. El yo poético es el de mujeres liberadas, pero esto podría ser simplemente un recurso literario (también en la literatura europea casi todos los versos en los que habla una mujer, antes de 1950, han sido escritos por hombres). Tengamos en cuenta que no hubo mujeres en los tres primeros concilios buddhistas en los que se fijaron, de forma oral y colectiva, los textos canónicos, incluyendo las Therīgāthā. No hablamos aquí de si las Therīs iluminadas existieron o no, de si compusieron poemas o no. Hablamos de quiénes han escrito la historia, la historia del buddhismo concretamente. Han sido los hombres. Justamente este desequilibrio es el que muchas pensadoras feministas han señalado y aprovechamos este artículo para recordar lo obvio. Esto no resta importancia al hecho de que estos poemas, cuyas voces corresponden a mujeres, hayan tenido y sigan teniendo una importancia innegable en la tradición buddhista. Ilustran, ciertamente, el papel de la mujer en el buddhismo temprano. Es lícito que se utilicen como fuente de inspiración. Pero cuando se abre un debate sobre cómo interpretar una obra tan importante como las Therīgāthā, es bueno aprovecharlo para poner todas las cartas sobre la mesa.
Apéndice
Ejemplo de paralelo entre versos atribuidos a una cierta Theri anónima y versos atribuidos al Thera Sappadāsa. En una literatura oral y colectiva no procede hablar de autores individuales de forma análoga a los escritores de hoy.
Therīgāthā 5.1. Aññataratherīgāthā Paṇṇavīsativassāni, Aladdhā cetaso santiṁ, […] | Theragāthā 6.6. Sappadāsattheragāthā Paṇṇavīsativassāni, Aladdhā cittassekaggaṁ, Bāhā paggayha kandanto, […] |
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Aleix Ruiz Falqués (Barcelona, 1982) es Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Barcelona (España), Master en Sánscrito por la Universidad de Pune (India) y doctor en Estudios del Asia del Sur (especialidad de pali) por la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Su campo de investigación es la literatura buddhista en pali, específicamente la tradición birmana. Actualmente es profesor de lengua y literatura pali en la Shan State Buddhist University, Taunggyi (Myanmar), y profesor de pali en el Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (www.iebh.org). Tradujo junto a Abraham Vélez de Cea y Ricardo Guerrero el libro de Bhikkhu Bodhi En palabras del Buddha (Kairós, 2019) y próximamente publicará el libro Los últimos días del Buddha: El Mahāparinibbānasutta pali con el comentario de Buddhaghosa (Trotta, 2022).