Budismo y cultura cubana (III): repercusiones budistas en la obra de otros creadores y académicos cubanos (José Ignacio Cabezón, Gustavo Pita Céspedes, etc.)
DOUGLAS CALVO GAÍNZA
Este artículo es la quinta parte de la serie «Albores del budismo en Cuba». Pueden leer la cuarta parte aquí.
«En el cuerpo de Maitreya
cupieron los astros, las estrellas,
esa poquedad.»
José Kozer Haiku
La presencia actual del budismo en la cultura cubana alcanza sectores antaño insospechados. Por ejemplo, existen influencias indirectas en el premiado espectáculo filosófico Satori de Acosta Danza; o en las estéticas japonesas abordadas por el pintor-poeta Ray Respall Rojas y el movimiento cubano del haiku (promovido por Jorge Braulio Rodríguez Quintana y su festival Luna Roja).
Asimismo, en la literatura cubana se aprecian elementos budistas secundarios en los poemas con lamas, bonzos y budas del descendiente de chinos Regino Pedroso. Asimismo, en las novelas Como un mensajero tuyo de la cubana-boricua Mayra Montero y Cena con Buda de Armando Cristóbal Pérez. Igualmente, en la obra Nota bene de Noel Nápoles González.
Pero otros escritores se imbrican sistemáticamente en el zen como filosofía, entre los que resalta el veterano judío emigrado José Kozer, autor de miles de poemas y renombrado académico en EEUU, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2013. Este afirma que cada poesía «es para mí puro zen, casi kensho o satori» (Cruz s/p). Al escribir, él se aprecia como un monje entregado a «cantar sutras a Buda», considerando la literatura como «práctica budista» conducente al camino nirvánico (Alejandro s/p).
Además, sobresale Omar Pérez López, ganador del Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén 2010 y ordenado como monje zen por el maestro Kosen Thibaut. Pérez ha declarado: «la llegada del budismo zen a Cuba (…) fue tan importante como el nacimiento de Martí o la revolución de 1959» (Johnson y Pérez s/p). Entrevistado por BDE, declara que «el zen, su práctica y el modelo de cultura que de ella se deriva, llamó poderosamente mi atención. A partir de ahí, comencé a estudiar diversas escuelas, corrientes y métodos relativos a eso que denominamos “budismo”. Sin embargo, debo aclarar (…) que no me considero budista, sino, como cualquier otro practicante de zazen, un mero aprendiz de buda, con b minúscula».[i]
Para Pérez el budismo ha sido una presencia «irregular» pero «constante» en su obra, pues el zen es «irregularidad constante.» Según él, si bien «los budismos» pueden ser un tema apasionante, «sin una práctica de vida que los sostenga no llegarán a ser más que literatura o representación. De lo que se trata es de despertar a nuestra realidad, incómoda y hermosa. Ya hay demasiados placebos.» (Ib.).
En cuanto a los estudios budistas en Cuba, según refiere el doctor Gustavo Pita Céspedes – prestigioso experto internacional en pensamiento oriental y profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona -, desde la década del 70 el pedagogo y filósofo Gaspar Jorge García Galló (1906-1992) incluía al budismo y a otras escuelas filosóficas de China y la India en sus lecciones de Historia de la Filosofía para candidatos doctorales, impartidas en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (y en las que Pita colaboraba como seminarista). Otras conferencias suyas serían transcritas y publicadas como libro.[ii]
Algunos intelectuales asiáticos se han interesado en la crónica de José Martí Un paseo por la tierra de los anamitas. Así el ex subdirector de la Academia Nacional de Política Ho Chi Minh, vietnamita graduado en Cuba, afirmaba en 1990: «Resulta asombroso el conocimiento martiano del budismo (…) merece colocarse entre los muy pocos estudiosos hasta el momento que supieron ver la verdadera religiosidad budista desprendida de lo teológicamente místico y, a la vez (…) divinizada por las masas del pueblo» (Viet Thao: 64, 66). Además, los diálogos entre el intelectual cubano Cintio Vitier y el presidente de la SGI Daisaku Ikeda, originarían el libro Diálogos sobre José Martí el Apóstol de Cuba (Habana: CEM, 2001).
Otros académicos extranjeros han impartido cursos de budismo en Cuba, como Bhikkhu Mihita (Suwanda Sugunasiri)en la Universidad de La Habana (2012, 2017), y Gustavo Canzobre en el Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos (2014). Además, desde el 2019 la organización OM Meditación, especializada en ciencia y espiritualidad oriental, cuenta con una cátedra honorífica en el Instituto Superior de Arte (ISA).
Entre los especialistas de origen cubano resalta el filósofo y pedagogo Eduardo Francisco Freyre Roach, profesor de budismo nivel maestría de la Universidad de La Habana y autor del excelente artículo Presencia del budismo en Cuba. También Girardo Rodriguez Plasencia, profesor en la universidad Seinan Gakuin de Japón y escritor de varios artículos sobre la Soka Gakkai y el budismo en Cuba.
Para este articulo BDE ha entrevistado a dos renombrados especialistas en budismo nacidos en Cuba: el mencionado profesor y traductor Pita Céspedes y José Ignacio Cabezón, uno de los principales académicos del mundo en budismo tibetano, catedrático representante del dalái lama en la Universidad de California[iii], escritor y expresidente de la American Academy of Religion.
Pita (quien no se cataloga como «budista» o «zen», aunque aprecia tal enseñanza «entre otros motivos, porque no se deja atrapar en extremos.») opina que «desde los años sesenta la influencia del budismo empieza a hacerse perceptible en el ámbito de la cultura espiritual y, particularmente, de la cultura artística de Cuba» donde ha influenciado a un «pequeño círculo de intelectuales y artistas cubanos que he tenido la suerte de conocer personalmente» (casi todos ya mencionados en la cuarta parte de esta serie, aunque nuestro entrevistado añade al pintor Ítalo Expósito).
En el ISA, Pita comenzó a impartir charlas relacionadas con el budismo zen y su perspectiva de la mente para la Facultad de Cine, Radio y TV en 1992. Además, como profesor de Historia de la Filosofía en la Facultad de Artes Plásticas, el budismo zen afloró naturalmente al abordar tópicos como «la necesidad que tiene todo ser humano de un “segundo nacimiento” no biológico», y lo paradójico de la «consciencia falsa» gestada inconscientemente en la vida común. Además, al reflexionar sobre si la consciencia es propiedad o atributo del universo, y si este puede ser tal sin autoconsciencia (tema ya tratado en la filosofía china). También analizaba el absurdo «derroche» de una autoconsciencia cósmica «reducida a la condición de un mero instrumento al servicio de la satisfacción de los deseos y caprichos de un yo» inmerso en la lucha por la supervivencia y prosperidad individual.
Pita ignora si tales clases, muy influyentes sobre el alumnado, tuvieron antecedentes en Cuba. Por demás, este veterano filósofo no considera a la filosofía occidental como antitética respecto al budismo, pues, «como ha afirmado algún filósofo contemporáneo, hay una especie de paso subterráneo que une sustancialmente al pensamiento de Asia y Occidente, y pudiera decirse que ese canal es tan antiguo como la dialéctica del pensar. Su presencia puede rastrearse incluso en la vida y obra de Descartes y se hace particularmente evidente a medida que lo recorremos desde Kant hasta Heidegger y Sartre, sin hablar ya de Nishida Kitarō.»
Amablemente, el profesor Pita concluye compartiendo con los lectores de BDE dos poemas japoneses que suele enseñar a sus estudiantes. El primero de Nishida y el segundo anónimo.
Hay en mi espíritu
Una insondable hondura
Las olas de alegría
Y de tristeza
No llegan a alcanzarla.
Ayer me iluminé
Hoy volví al extravío…
Se va el otoño.
En cuanto a José Ignacio Cabezón, tras emigrar a EEUU en la infancia, a los dieciocho años era estudiante de física en Caltech cuando leyó un libro sobre budismo tibetano. Este lo motivó a «buscar alguna forma de conectarme con un maestro tibetano. (…) Finalmente, como resultado de la suerte (o el destino, o el karma), conseguí la dirección del dalái lama en la India. Le escribí una carta y le pedí su consejo: ¿Dónde podría ir a estudiar budismo?» [iv] Su Santidad le sugirió ir a Dharamsala en la India, para formarse en la Biblioteca de obras y archivos tibetanos, recientemente abierta a los occidentales.
Tras conocer en Wisconsin a su primer maestro, Gueshe Lhundub Sopa, marchó a la India hacia 1976, estudiando en Dharamsala bajo el erudito Gueshe Ngawang Dhargey. Entonces, según cuenta: «me convencí de que quería pasar mi vida estudiando y practicando el budismo». Y decidió convertirse en monje, siendo ordenado “novicio” por Ling Rinpoche, tutor principal del dalái lama. «Varios años más tarde obtuve la ordenación monástica completa de Su Santidad el dalái lama en Bodhgaya, el lugar donde Buda alcanzó la iluminación.»
De regreso a EEUU, completó el doctorado en Estudios Budistas de la Universidad de Wisconsin. Su tesis (origen de dos libros: A dose of emptiness y Buddhism and language) la realizaría en el monasterio de Sera al sur de la India, donde a la vez cursó el plan tradicional de estudios monásticos. «Durante este tiempo, también me desempeñé como traductor de español para Su Santidad el dalái lama en sus primeras visitas a España, Costa Rica y México.»
Cabezón fue monje durante unos diez años, y retornó al estatus de discípulo laico (upasaka) al comenzar su docencia universitaria. Autor prolífico, recientemente ha terminado dos grandes proyectos literarios, uno sobre la sexualidad en el budismo clásico del sur de Asia, que procura «proporcionar a otros budistas la base histórica y doctrinal para comprender lo que nuestra tradición tiene que decir sobre la sexualidad humana»; y otro sobre el monasterio de Sera en coautoría con Penpa Dorjee, por el 600 aniversario del santuario. Actualmente investiga textos del budismo indio conservados en traducción tibetana (siglos XI a XIII).
Cabezón ha dictado conferencias sobre budismo en México, Brasil y Argentina, así como en Puerto Rico. Activo en la Asociación Internacional de Estudios Budistas, mantuvo estrecha colaboración con eruditos latinoamericanos como los argentinos Francisco Tola y Carmen Dragonetti, y el docto traductor boricua Luis Óscar Gómez (cf. Camino al Despertar).
«Si bien el budismo ha florecido a nivel popular en toda América Latina – explica Cabezón -, ha fracasado a nivel académico, ya que hay muy pocos lugares en el mundo de habla hispana donde uno puede dedicarse al estudio de las lenguas budistas clásicas (sánscrito, tibetano, etc.) y a la investigación científica sobre budismo. Si tengo una esperanza para el futuro, es que esto cambie y que el estudio académico del budismo (y de hecho de la religión comparada) se convierta en parte del panorama académico de habla hispana. Con mucho gusto serviría como consultor para una universidad que quisiera crear un programa de este tipo.»
Cabezón reconoce algunas similitudes entre el budismo y las religiones afrocaribeñas, como el extenso panteón de deidades, la conexión entre florecimiento humano y «buenas relaciones» con el mundo espiritual, el oráculo del budismo tibetano, etc. No obstante, aclara que para los budistas tales intercambios «no tienen mucho significado soteriológico» y no «se consideran parte esencial del camino hacia el despertar», además que se prohíbe el sacrificio animal.
Por último, aunque Cabezón no ha sostenido intercambios con budistas residentes en Cuba, admite que «culturalmente sigo siendo muy cubano. Hablo español con mis padres, y nada disfruto más que un buen congrí con plátanos maduros fritos (…) Siempre he querido volver a Cuba (nací en La Habana), y hoy la Isla es uno de los pocos lugares en el mundo que todavía anhelo visitar. ¡Qué maravilloso sería si un viaje así también pudiera ser una oportunidad para aprender más sobre las comunidades budistas en Cuba y tener intercambios significativos con ellas!»
Que sus deseos se cumplan.
[i]Entrevista online 16/01/2022.
[ii]Entrevista vía WhatsApp, 18/02/2022.
[iii] Título escrito según recomendación de la RAE. <https://www.fundeu.es/recomendacion/dalai-lama-con-minuscula-y-con-tilde-718/>
[iv]Entrevista vía email, 30/01/2022.
REFERENCIAS
ALEJANDRO, Carlos. «Entrevista a José Kozer. “No hay que ser poeta, lo que hay que hacer es escritura”.» Letras Libres 01/11/2020 <https://letraslibres.com/revista/entrevista-a-jose-kozer-no-hay-que-ser-poeta-lo-que-hay-que-hacer-es-escritura/> (consultado 22/12/2021).
CRUZ, Oscar. «Allanamiento a José Kozer.» Magazine Hypermedia 30/03/2016 <https://www.hypermediamagazine.com/entrevistas/allanamiento-a-jose-kozer/> (consultado 22/12/2021).
JOHNSON Kent y Omar Pérez. «Poetry cured of poetry» Jacket magazine, Australia: ALM, vol. 35, 2008 <http://jacketmagazine.com/35/perez-ivb-johnson.shtml> (consultado 15/02/2022).
VIET THAO, Nguyen. «José Martí, un profundo conocedor del hombre vietnamita.» En Anuario del CEM, La Habana: CEM, Vol. 13, 1990, pp. 60-70.
Douglas Calvo Gaínza (La Habana, 1970).
Escritor y periodista residente en Cuba. Traductor e investigador de filosofía y religiones, con varias maestrías y un PHD sobre dichas temáticas. Estudia budismo desde el 2002 y es colaborador de Buddhist Door desde el 2020.