Preguntado por las causas del suspensión, Francisco Javier Sancho, carmelita descalzo y director del CITeS, nos comenta que la decisión se ha tomado ante la incerteza y las dificultades causadas por la pandemia:

FJS: «Quizás la mejor respuesta y lo que englobaría las razones sería simplemente: a situaciones extraordinarias, respuestas extraordinarias. Ciertamente esta situación nos ha pillado de sorpresa a todos. Junto con la gravedad que en sí misma supone, la incertidumbre que se ha suscitado a nivel mundial y en todos los ámbitos de la vida, no ofrece ninguna certeza a corto plazo. Y la evolución de la pandemia, así como las medidas que se están tomando, hacían incierta la posibilidad de celebrar un encuentro de este calado. El peligro de los contagios y el miedo a los mismos, el cierre de fronteras, la dificultad de tramitar visados y las normativas cambiantes que están tomando los Estados, siguen trayendo sorpresas cada día. Ante la incertidumbre de todo esto, en diálogo con el Center of Buddhist Studies de la Universidad de Hong Kong, hemos tomado la difícil decisión de aplazar el congreso para el mes de julio del año 2021, donde esperamos que ya la pandemia haya sido superada y la situación mundial se haya normalizado.

Por un momento se llegó incluso a pensar de seguir adelante con la iniciativa, pero celebrándola online. Pero enseguida nos dimos cuenta que no era factible. No por cuestiones técnicas, sino fundamentalmente porque eso significaría renunciar a uno de los principales valores y objetivos del encuentro. Si bien consideramos de suma importancia la reflexión y el estudio especializado, así como el diálogo y la discusión, uno de los objetivos que nos proponemos con estos encuentros es ir más allá, para favorecer la dimensión experiencial que solo surge en el encuentro y la convivencia y en la celebración compartida. La oportunidad de convivir fue ya el aspecto más valorado en el primer encuentro, suscitando profundos lazos de amistad, comprensión y valoración mutua. Por ello, aun cuando suponga retrasar un año el encuentro, eso hará que nuevamente sea una ocasión de un verdadero encuentro interreligioso, humano y fraterno. En definitiva, es lo que esperamos de estos encuentros: que además de ayudarnos a conocer más profundamente la otra tradición, nos ayude a enriquecernos con la vivencia de cada uno y podamos compartir lo que somos y tenemos, especialmente la común preocupación por contribuir a una sociedad cada vez más justa y solidaria».