LA CAPELLANÍA BUDISTA II: Conversando con Ayyā Dhammadīpā, monja soto zen y theravāda

DANIEL MILLET GIL

Esta entrevista a Vennerable Ayyā Dhammadīpā forma parte de nuestra serie editorial: «La capellanía budista». Pueden leer el primer número de esta serie aquí.

La figura del capellán budista puede ser de una gran importancia en la vida de la sangha. La presencia de un capellán puede traer alivio y fortaleza a personas en momentos difíciles de la vida. No obstante, esta figura es aún poco conocida y prácticamente inexistente en la comunidad budista iberoamericana. Con la serie «La capellanía budista», deseamos realzarla, así como ofrecer información sobre sus aspectos legales, pastorales y formativos, junto con testimonios de capellanes de varios países y áreas de actividad.

https://dassanaya.org/about-ayya

La venerable Ayyā Dhammadīpā, también conocida como reverenda Konin Cárdenas, es la fundadora de la Comunidad Budista Dassanāya en Alexandria, Virginia, Estados Unidos. Practica el budismo desde 1987. Ella es una maestra de doble linaje. Por una parte, es una bhikkhunī ordenada en la tradición theravāda, por otra, es una maestra que recibió la transmisión del Dharma en el linaje Suzuki Roshi del sōtō zen. Su libro más reciente se titula, Regalos mayores que los océanos: Beneficios de la práctica budista del dar. Además de en inglés, Ayyā Dhammadīpā enseña en español, expresión de su herencia hispanoamericana.

Ayya es una capellana budista y miembro de la Junta Directiva de Buddhist Global Relief, una organización sin ánimo de lucro que brinda asistencia alimentaria, ayuda a la agricultura sostenible y apoyo a la educación de niñas y mujeres. Completó cuatro unidades de Educación Pastoral Clínica para convertirse en una capellana interreligiosa y ha brindado cuidado espiritual tanto en hospitales como en hospicios.

BDE: ¿Cómo definiría usted la capellanía budista? ¿Qué tareas y responsabilidades tiene un capellán? ¿Qué motiva a una persona a desear ser capellán?

Ayyā Dhammadīpā: La responsabilidad más importante de un capellán es ayudar a otras personas a que hallen en ellas mismas las maneras de buscar y expresar el significado de lo que están experimentando. Un capellán brinda su presencia y su respeto a cualquier ser humano en los momentos en que se enfrenta al misterio y al reto que es la vida. Es por eso que la capellanía muchas veces es una figura relacionada con los hospitales y los hospicios.

El rol puede consistir en escuchar profundamente, traer u obtener recursos, u ofrecer atención y apoyo en momentos importantes o difíciles. A veces, si las personas ven sus vidas a través de la lente de la espiritualidad, una capellana les ayuda a expresar eso en forma de oraciones, ceremonias o recuerdos. Ese es el papel tanto en relación con los pacientes y sus familiares, como con el personal que los atiende.

A mí me interesaba ser capellana porque es un rol en el que tienes intimidad con las personas de una manera en la que puedes expresar directamente tu compasión por ellas. Es una manera de ayudar aun sabiendo que no puedes resolver el problema de la vida del otro.

BDE: Usted ha sido ordenada en la tradición theravāda y en la zen, ¿cómo se formó para ser capellana?

AD: En los Estados Unidos la formación de un capellán la definen las organizaciones que aportan los certificados y los empleadores, y es independiente de la tradición de uno, aunque uno debe de tener «buen estatus» en su tradición para comenzar el entrenamiento. Generalmente un capellán necesita entre una y cuatro «unidades de educación clínico pastoral». Cada unidad es un entrenamiento de tres meses en un hospital con certificación para entrenar a los capellanes. Después de eso, hay un período en el que puede solicitar un certificado. Necesitarás demostrar tu educación como sacerdote, diácono u otro tipo de persona espiritual, tu titulación en religión o similar, y tus horas de experiencia. Como empresas que emplean capellanes ya formados, los hospitales son los más exigentes. A veces, otros empleadores, como hospicios y universidades, no requieren que uno tenga el certificado, prefiriendo disponer de experiencia como lo prioritario.

Dicho eso, lo que el entrenamiento budista nos da es la habilidad de enfrentar gentilmente, pero de una manera fructífera y estable, el sufrimiento. Nos ayuda a entender las tendencias de la mente y cómo surge el sufrimiento o la paz en base a ellas. Y nos recuerda el valor de la compasión, el valor de acercarse a los seres humanos y sus experiencias en cuerpo y mente. Eso es distinto de otras tradiciones espirituales en las que quizás el sufrimiento se pueda entender de otra manera.

BDE: ¿Con qué apoyo institucional o material cuenta para poder llevar a cabo su servicio?

AD: La colaboración con los religiosos en la vida de las personas que estamos cuidando es muy importante. Es decir, el capellán no trata de reemplazar al rabino, al sacerdote, o al maestro budista de alguien. Al contrario, muchas veces es el capellán el que llama a que vengan los que puedan ofrecer los sacramentos, las oraciones, u otros rituales y palabras sagradas de la tradición del paciente.

También es importante que los capellanes estén integrados con los demás servicios que se están brindando a los clientes o pacientes. Por ejemplo, en el hospital donde yo hice mi entrenamiento y en el hospicio en el que luego trabajaba, los capellanes fuimos parte del equipo clínico que se reunía todos los días para considerar el tratamiento de cada paciente. También coordinábamos con los trabajadores sociales para apoyar a los pacientes y a sus parientes, especialmente cuando ya se iban a casa.

BDE: Sabemos que usted ha ayudado en el acompañamiento a enfermos graves o terminales. ¿Cuál es el mejor servicio que un capellán puede prestar en estas circunstancias?

AD: Cuando una persona realmente acepta que ha llegado al final de su vida, y eso puede ser que sea momentos o meses antes de que fallezca, lo más importante es tratar de resolver asuntos que se sienten pendientes. Si hay dolores o sentimientos de agravio que se pueden enfrentar y resolver, eso les ayuda a que puedan dejar atrás el sufrimiento e irse en paz. También hay personas que quieren hablar con un capellán para gozar del bien que viene de dejar recuerdos o recursos financieros a sus seres queridos. A veces les alivia que un capellán escuche su confesión o les dé una bendición. Lo más importante es que se sientan resueltos.

En otros casos, las personas ya no están conscientes cuando llega el capellán. Aun en esos momentos, se le puede hablar, tomar la mano, o cantar algo suave para aliviar y apoyarles.

Y es cierto que son los parientes de la persona que se está muriendo los que necesitan entender cómo ellos mismos se sienten y cómo van a seguir después de la muerte de esta persona. Saber cómo ayudar a una persona a que exprese su duelo, tanto antes de la muerte de su ser querido como después, es muy útil.

BDE: Usted también ha ayudado a personas en reclusión carcelaria, por favor cuéntenos alguna experiencia en el ejercicio de esta tarea como capellana.

AD: Yo fui una de las personas del Centro Zen de San Francisco que ofrecían instrucción para meditar a mujeres que estaban en la cárcel y no en la prisión, o sea, que ellas esperaban estar allí por poco tiempo. En ese caso, lo que a ellas les interesaba, y lo que a mí me parecía lo más acertado, era enseñarles cómo meditar de una forma sencilla, observando los pensamientos y sentimientos, y creando la capacidad de elegir si iban a actuar de acuerdo con los pensamientos o dejarlos ir. Así yo traté de ayudarlas a que sintieran que estaban creando hábitos mentales más sanos para poder cambiar sus vidas y no volver a la cárcel.

BDE: A su juicio, ¿qué cualidades debe tener un capellán? ¿qué les recomienda a los que quieran ser capellanes?

AD: En el papel del capellán observamos una y otra vez que la mera presencia de una persona puede ser un apoyo para alguien que está sufriendo o confundido. Y si estamos dispuestos a ser esa presencia—estable, con el corazón abierto y listo para explorar las profundidades sin convertir a esa persona a nuestro punto de vista—podemos ser la presencia de la compasión en los momentos más íntimos de la vida.

Desde ese punto de vista, una cualidad esencial para el capellán es saber cómo crear y mantener su propia estabilidad. Es un papel muy exigente porque cuando surgen sentimientos y deseos en los encuentros con pacientes o estudiantes, debemos saber cómo resolver eso en nosotros mismos o con otros capellanes, y no introducirlo al encuentro. El budismo es especialmente útil para esto porque nos da herramientas para entendernos a nosotros mismos y para apoyarnos en nuestra capacidad para lograr estabilidad mental y física.

Para los que quieren ser capellanes, una buena manera de empezar es como voluntario. Así tendrás la oportunidad de ver cuáles son las situaciones que se presentan y cómo las manejan las personas que forman parte del equipo de cuidado. Es un papel que realmente ayuda a los demás y lo recomiendo.

Fuente: Cuenta de Twitter del Observatorio Venezolano de Prisiones

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Daniel Millet Gil es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, posee un máster en Estudios Budistas por el Centro de Estudios Budistas de la Universidad de Hong Kong, y un doctorado en Estudios Budistas por el Centro de Estudios Budistas de la Universidad de Hong Kong. Recibió el premio Tung Lin Kok Yuen a la excelencia en estudios budistas (2018-2019). Es contribuidor habitual y editor de la plataforma web Buddhistdoor en Español. Es fundador presidente de la Fundación Dharma-Gaia, una organización sin fines de lucro dedicada a la enseñanza y difusión del budismo en los países de habla hispana. Y codirector del Programa de Estudios Budistas de la Fundació Universitat Rovira i Virgili (FURV), una iniciativa de la FDG y la FURV. Ha publicado numerosos títulos en revistas académicas y divulgativas que se pueden consultar en: https://hku-hk.academia.edu/DanielMillet

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