Interpretación de textos budistas al chino clásico

EFRAÍN VILLAMOR HERRERO

El Buddha Gautama no aceptó la postura clásica de los brahmanes sobre que la lengua sánscrita representaba de forma plena la verdad absoluta. Por ello, encomió a sus seguidores a que tradujeran a sus diferentes dialectos aquello que les había enseñado. Esto es, claro está, porque creía que cualquiera podría comprender su mensaje. Lo cual no quiere decir que esta fuera la respuesta definitiva, que supera la palabra, sino que lo que él quiso transmitir fueron los métodos para comprender la verdad (absoluta) cada uno por sí mismo. Sus enseñanzas viajaron a través del tiempo y han perdurado aproximadamente por dos milenios y medio gracias al gran esfuerzo de muchos traductores. Sin duda alguna, la traducción de textos budistas indios al chino clásico implicó uno de los mayores retos de la historia del budismo, ya que implicaba la adaptación del pensamiento budista a una simbología hasta el momento desconocida, los caracteres chinos, los cuales implicaban mucho más de lo que imaginaron.

"Myoho Renge Kyojuki" Obra de finales del período Heian (siglo XII). Coloreada sobre papel, escrita con tinta. Fuente: Colección del Museo de Arte MOA

Traducción de textos indios al chino clásico

El pensamiento budista se transmitió gracias al trabajo de traducción de célebres monjes y eruditos laicos que contribuyeron a ello desde muy temprano con sus conocimientos y asiduos viajes. El intercambio cultural que supuso la Ruta de la Seda propició que numerosos textos budistas atravesaran las fronteras territoriales y, lo que, es más, las lingüísticas, quizás entonces, aún más desafiantes, debido a la escasez de recursos con las que contaban los intérpretes entonces. El desafío fue desde temprano llevado a cabo por pioneros traductores, los cuales, debido a su gran versación como políglotas, tradujeron por primera vez las enseñanzas del budismo antiguo al chino. Los primeros textos del canon (de transmisión por el norte de la India), adaptados al chino clásico, se conocen como āhán jīng 阿含経, las primeras colecciones chinas del canon pali. Muchos de ellos, debido a su antigüedad, constituyen una fuente referencial valiosísima. Aun así, normalmente para las traducciones de textos al chino clásico se emplearon fuentes sánscritas, aunque sí es cierto que investigaciones recientes han demostrado que algunos de ellos fueron traducidos directamente al chino desde otras lenguas del centro de Asia.

El bodhisattva Kannon de las Once Caras, templo Hasegawa (Japón)

El primer gran reto de traducir al chino fue, cómo interpretar los cuantiosos conceptos filosóficos indios que albergan las escrituras budistas, muchos de ellos desconocidos hasta entonces. Además, la simbología adscrita a los caracteres chinos añadía al proceso una dificultad mayor, dado que también se debía tener en cuenta las ideas que estos, ya implicaban dentro del contexto cultural «chino». Muchos de los términos que se utilizaron para interpretar los textos budistas fueron adoptados (principalmente por monjes chinos) desde textos confucianos y taoístas. Sin duda alguna, podemos calificar como los traductores más famosos de la historia del budismo al monje indio Kumārajīva 鳩摩羅什 (350-409 e.c.) y a Xuán Zàng 玄奘  (602-664 e.c.), un monje chino que viajó por la India y trajo consigo de vuelta un gran número de escrituras indias. Sus traducciones al chino fueron tan influyentes que en la actualidad en Japón se siguen utilizando a diario, además de que sus criterios marcaron tal tendencia que se consideran sus traducciones el punto de inflexión entre las traducciones antiguas 旧訳y las nuevas 新訳, respectivamente.

Fragmento del Sutra del Loto traducido por Kumārajīva 鳩摩羅什訳『妙法蓮華経』方便品第二

La cultura de la antigua India desde la que emergió el pensamiento budista distaba mucho del paradigma social chino. Por ello, una gran cantidad de nuevos ideogramas (新字) fueron inventados. Estos se emplearon para las transcripciones directamente fonéticas, las cuales sirvieron para transportar conceptos inexistentes hasta el momento en lenguaje chino clásico. Este estilo de traducción, especialmente característico para los nombres propios, predominó en las primeras traducciones. El estilo de transcripción fonética (音訳 / 音写) fue estilizado por primera vez por Kumārajīva. Algunos ejemplos muy conocidos de esto son por ejemplo los términos para «renunciante» (bhikkhu) que fue interpelado como bǐqiū 比丘, además del término sánscrito maṇḍala, al cual le fueron asignados los caracteres chinos de 曼荼羅 màntúluó. No obstante, las futuras generaciones de traductores, con Xuán Zàng a la cabeza, comenzaron a criticar las limitaciones de este tipo de traducciones como obsoletas. Xuán Zàng teorizó las pautas en las que se debía mantener la fonética, convirtiéndose sus traducciones en la nueva metodología como referencia para los futuros intérpretes. Xuán Zàng era consciente del riesgo que podían implicar las transcripciones estrictamente fonéticas, ya que, con muchas de ellas, no se lograba transmitir el significado. La brecha cultural, inevitable en cualquier traducción, derivó en la transformación del pensamiento budista, y esta, a su vez, propició que se interpretaran las enseñanzas del Buddha Gautama aún de forma más diversa.

Los traductores chinos se sirvieron de términos de gran importancia de su cultura tradicional para sus traducciones de los textos budistas indios. Algunos ejemplos que podríamos destacar aquí son el ideograma chino dào 道, tomado desde el taoísmo para señalar el «camino budista», así como el sinograma yì 義, introducido desde los textos confucianos para exponer el valor ético al que se encomiaba en sus escrituras. Por otro lado, hemos de recalcar que las traducciones de textos budistas al chino clásico no fueron realizadas, ni al unísono, ni por un mismo grupo de traductores. Por lo que podemos intuir, y así fue, que las discrepancias entre traductores, estaban al orden del día. Las siguientes tres pautas se pusieron en práctica cuando se consideraba imposible la traducción. 

1) Transcribir fonéticamente el término original indio.

2) Crear un nuevo ideograma.

3) Escoger un término chino con un significado similar.

Los conceptos más complejos continuaron siendo traducidos de forma fonética. Otros fueron interpretados basándose en ideas autóctonas. La subjetividad (o criterio individual, si queremos ser menos críticos) de los intérpretes, estuvo supeditada, cómo es lógico, a su experiencia y paradigma social. De este modo, progresivamente, principalmente los traductores chinos (también había monjes indios que hablaban chino, algo que estamos obviando para no alargarnos demasiado), comenzaron a introducir la interpretación etimológica, basada en las ideas representadas en/con los caracteres chinos. Para entonces, podemos creer que el pensamiento budista ya había enraizado en la comunidad chino-parlante. Esto terminó por encauzar el avance del budismo por casi toda Asia, de modo que se asentó como la religión que más influirá en el pensamiento de Asia oriental.

Personalmente, considero que hoy en día los traductores y académicos que nos dedicamos al estudio del budismo somos unos auténticos privilegiados. También en el sentido de que contamos con un gran abanico de recursos y repositorios bibliográficos que superarían, seguramente, cualquier expectativa de los primeros, intrépidos traductores. Hoy, gracias al esfuerzo de muchos, contamos con recursos de gran valor. Los que hemos tenido la suerte de formarnos en Asia, hemos podido vivir en nuestras propias carnes hasta qué punto el legado cultural del fenómeno religioso que englobamos como «budismo», influye en la forma de ver el mundo, aquí. Por ello, creo que la traducción de este tipo de textos religiosos a nuestra lengua, aún tiene mucho que decir en el futuro de los estudios budistas. Este ejercicio nos exige a cada uno de nosotros, pero también al lector, mantener la rigurosidad y espíritu crítico, para afrontar con éxito tal dificultad, la cual curiosamente implica muchas veces descifrar a la inversa, primero las ideas y después los sonidos. Aun así, nuestros retos, siguen siendo los mismos. Al traducir textos budistas nos topamos con las mismas disyuntivas que los antiguos. Traducir literalmente, interpretar, mantener la fonética original o explicar el contexto. Interpretar sus fuentes primarias y contrastar las versiones nos permite ampliar nuestra flexibilidad y agilidad como traductores, pero debe ante todo recordarnos, que un criterio esencialista se alejaría del mensaje original (valga aquí la redundancia) del Buddha Gautama.

Segundo volumen del Sutra del Loto (Museo Nacional de Nara, Japón)

A modo de conclusión

No estoy seguro de hasta qué punto el propio Buddha Gautama hubiera estado de acuerdo con el resultado final de las traducciones al chino clásico que se hicieron de sus enseñanzas. Sinceramente, desde mi humilde experiencia, creo que en muchas se sentiría identificado, y probablemente en otras, no estaría muy de acuerdo. No obstante, lo importante es que su mensaje perduró, y a día de hoy, de formas muy diversas, ha llegado hasta nosotros. Esto no es fruto de la casualidad, sino que se debe al gran esfuerzo y dedicación de muchos otros, mucho más experimentados que yo, antes. Esa es la idea más relevante que he querido, al menos, recalcar en este artículo. Como traductores, recordar este aspecto es fundamental, y creo que es eso precisamente lo que el Buddha Gautama quiso decir a sus seguidores. El hecho de que él mismo expusiera sus enseñanzas de tan diversas maneras, nos atestigua que debe haber más de una manera correcta de interpretar su mensaje. Si hubiera una sola, nunca hubiera encomendado a sus discípulos a traducir sus enseñanzas, no olvidemos que esa fue la postura brahmánica. A modo de síntesis, insto a recordar que el Buddha Gautama enseñó las preguntas adecuadas y no respuestas específicas. Los traductores de textos budistas somos los primeros que no debemos olvidar esto, quizá uno de los aspectos más importantes que el Buddha Gautama no hubiera querido que se desvaneciera en el tiempo.

Bibliografía recomendada

Villamor, E. (2023a). «Traducción de textos budistas: una aproximación histórica, filosófica y filológica ― Antiguos desafíos y nuevos retos que supone su interpretación, tomando como ejemplo referencial el Prajñāpāramitā-hṛdaya-sūtra’ ― CLINA Revista interdisciplinaria de traducción, interpretación y comunicación intercultural (pendiente de publicación).»

Villamor, E. (2023b). Historias de la antigua India en el Konjakumonogatarishū. (próximamente).

Villamor, E. (2022a). Fábulas budistas: veinte jātakas. Gijón: Satori Ediciones.

Villamor, E. (2022b). Transformación del pensamiento budista e influencia de las fábulas jātaka en el Uji Shūi Monogatari. Tesis Doctoral: Universidad de Salamanca.

INSTAGRAM del autor: https://www.instagram.com/estudiobudismo/

Efraín Villamor Herrero (Bilbao, 1986). Licenciado en filología japonesa y japonología (2012-2016) por la Universidad Prefectural de Yamaguchi (Japón). Doctorando, Universidad de Salamanca (2020-2022). Sus principales campos de estudio son el budismo indio y su influencia en el pensamiento japonés. En su Tesis Doctoral ha analizado diferentes relatos jātaka que se transmitieron durante el medievo japonés. Es miembro del Grupo de Investigación Reconocido, EURASIA HUMANISMO (España) y the Society for the Study of Pali and Buddhist Culture (Japón). 

Leave a Reply

Captcha loading...