La danza sobrevive

JOSEPH HOUSEAL

Monjas Drikung Kagyu entran en escena para representar el ritual chod, para A Day of Rare Buddhist Dances («Un dia de danzas budistas peculiares»), Londres, 2009. Fotografía de Jonathan Greet para Core of Culture.

Que la danza esté en peligro de extinción no se conoce tan bien como el cambio climático o la extinción de ciertas especies animales, pero es una expresión cultural viviente que sé que se enfrenta a una crisis existencial tan real como las demás. «Antigua» es una palabra maravillosamente evocativa y polisémica, pero no es muy específica. ¿Qué es lo que caracteriza a una danza antigua? ¿Cómo sobreviven las danzas? Muchas son las estrategias que se ponen en marcha cuando hay que sobrevivir a acciones militares, a la opresión religiosa y a desastres naturales, cuando nos asedian problemas de educación, migración y cambio climático. Este artículo trata de tres retos que la danza antigua debe superar para sobrevivir en un mundo cambiante. Una danza antigua es la que ya ha sobrevivido al cambio político; una danza antigua es la que ya ha sobrevivido a cambios de patronazgo; una danza antigua es la que ya ha sobrevivido a cambios en la propia organización. Este artículo examinará estas tres señas de continuidad.

En otras palabras, las danzas antiguas pueden sobrevivir a gobiernos, religiones y sociedades. Por ejemplo, las danzas de la era de los samurais en Japón, como la danza Noh, ya no se representan ante un shogunato gobernante, ni están patrocinadas por la aristocracia. Estas danzas, aun así, han continuado durante más de 700 años. Cada tradición de danza antigua debe enfrentarse tarde o temprano a estas tres formas temporales: gobierno, financiación, organización.

Un campesino, Tenzin, practica una versión para campesinos laicos del Ging Sum de Pema Lingpa, una obra de 600 años de antigüedad, que contiene tres horas de danza, 2006. En Tamzing, Bután, se preservan tanto las versiones de los monjes como las de los laicos de esta gran danza antigua. Fotografía de Gerard Houghton para Core of Culture.

El Himalaya puede considerarse un contínuo geográfico que se extiende desde Afganistán hasta Bután, y que incluye Pakistán, Cachemira, Ladakh, Zanskar, Himachal Pradesh, Spiti, Nepal y Mustang. Este elenco de países y territorios modernos evoca un embate de rivalidades, tensiones tribales, movimientos de independencia y reclamaciones territoriales conflictivas. Las danzas antiguas que han sobrevivido a toda esta inestabilidad lo han hecho de forma admirable, contra todo pronóstico, siendo fieles a su representación de las espiritualidades encarnadas que han heredado. El Himalaya es volátil.

El siglo XX asistió al descubrimiento, publicación y distribución de más textos antiguos secretos que ninguna otra era precedente. Lectores de estos textos que circularon y se tradujeron, junto a practicantes de estas tradiciones todavía existentes, forman una comunidad internacional de práctica, estudio e instrucción, que trasciende las fronteras geográficas originales. Como en las naciones modernas del Himalaya, que en el pasado fueron todas monarquías, no quedan ya reyes, salvo en Bután, estos países luchan para preservar identidades complejas mientras aguantan el cerco de China, India y Pakistán. Será interesante observar qué danzas sobreviven a las inevitables mareas y cambios políticos, y cuáles deben enfrentarse a la extinción. La supervivencia frente a cambios de gobierno caracteriza a las danzas antiguas. Estos cambios, siendo a menudo revolucionarios y tumultuosos, también suponen un peligro para las propias danzas. Así pues, este es el momento de que la danza antigua actúe como tal, haga lo que ha hecho siempre y se adapte, como el agua, a tiempos tortuosos.

El clan de percusionistas y bailarines Dehimaduwa Mandara representa Suvisi Vivaranaya, o Danza ritual de los 24 budas anteriores, 2008. Se trata de una representación de nueve horas, que dura toda la noche, en Kandy, Sri Lanka. Este clan fue designado por un rey de Kandy hace 401 años como garante de la preservación y representación de este ritual. Fotografía de Gerard Houghton para Core of Culture.

Las disrupciones económicas tienen un gran impacto en la representación ritual dentro de las comunidades tradicionalmente pobres en las que estas prácticas se mantienen. Prajwal Vajracharya es un sacerdote budista tántrico de 35ª generación de Katmandú, una ciudad que se enfrenta a grandes retos sociales, medioambientales y económicos. Prajwal construyó un auténtico templo budista (mahavihara) de estilo newarí en Portland, Oregón, y recientemente celebró el 12º aniversario de su fundación. El padre de Prajwal lo instruyó para que recibiera la tradición secreta y la hiciera pública. Prajwal es el primer sacerdote tántrico que opera internacionalmente. Fundó un templo fuera de Nepal, alcanzando con ello un apoyo económico viable, a nivel internacional, para su trabajo sobre danza ritual y sacerdotal. Prajwal, el mayor exponente de la forma de ritual más antigua en el budismo, ha logrado el éxito económico al separarse de Nepal, y ahora prospera. He aquí un ejemplo contemporáneo excepcional de un individuo extraordinario. A lo largo del Himalaya, a día de hoy, un laico que se dedique a la representación de rituales, un sanador, un oráculo, un chamán, o un sacerdote, probablemente tendrá que encontrar un segundo trabajo remunerado si quiere llegar a fin de mes.

Shri Prajwal Vajracharya representa Vajrapani en Londres para A Day of Rare Buddhist Dances, 2009 («Un dia de danzas budistas peculiares»). Se trata de una danza yóguica del budismo newari, del tipo charya nritya, que tiene más de 1000 años de antigüedad. Fotografía de Jonathan Greet para Core of Culture

No es infrecuente, cuando se trata de la continuidad de danzas antiguas, que períodos de retos económicos sean superados con austeridad financiera y simplificación de actividades. De hecho, este retorno a lo esencial es a menudo el catalizador necesario para aguantar, pasar desapercibido, mantener la continuidad y, a partir de aquí, seguir adelante y reconstruir.

Casi todas las antiguas danzas y rituales en el Himalaya son de carácter religioso. Esto significa que, en algún momento original, una figura de autoridad religiosa lideró la actividad. Cuanto más atrás nos remontamos en el tiempo, más a menudo el liderazgo religioso y político se reúne en un solo ente. La separación de la autoridad política y religiosa suele ser el primer cambio a nivel organizativo que experimenta la antigua danza. Esto puede también implicar una ruptura entre la realeza y la religión. En el Himalaya no existe ya ninguna danza sancionada por la realeza, porque todas las monarquías han desaparecido. Incluso el reino de Bután es ahora una democracia parlamentaria y una monarquía semiconstitucional en la que la figura del rey ha quedado relegada a un papel ceremonial. El abigarrado contexto de comportamiento real, cortesía y protocolo ha desaparecido, como lo ha hecho también en Nepal, Ladakh y Cachemira.

El festival Tsechu en el patio Tashiccho Dzong, 2004, Thimphu, Bután. El festival tradicional terminó en 2007 y ahora se representa en un espacio especial para ello, fuera del dzong. Fotografía de Joseph Houseal para Core of Culture.

Algunas danzas del Himalaya se han extinguido debido a la opresión religiosa, después de haber perdido la protección de sus patrones. Otras se han estancado o han desaparecido después de ser reclasificadas como danzas «folclóricas» que no están asociadas a ningún lugar. La codificación burocrática gubernamental normalmente lleva a la estandarización de estilos que solían ser más libres en su práctica auténtica. Algunos grupos se han reorganizado, como lo han hecho los monjes budistas, transformando los monasterios en mecanismos económicos de un nuevo tipo, desprovistos de poder político, con una renovada valoración de los rituales y danzas como medios hábiles para conectar con el mundo y como una forma de enseñar. El turismo moderno tiene un gran impacto en el contexto económico de la danza ritual budista y supone un peligro para la integridad de las danzas, al revalorarlas como productos, más que como patrimonio espiritual.

Durante muchos siglos el monasterio ha gozado del apoyo institucional ininterrumpido para el gran canon de danzas preservadas durante mil años o más. A nivel local, las comunidades rurales han transmitido danzas durante centenares de años. Los etnógrafos chinos tienen un término muy útil para designar prácticas tan antiguas que son equivalentes a la memoria colectiva: «transmitidas desde los tiempos antiguos».

El teatro Noh japonés ofrece un claro ejemplo de cambio en cuanto a organización. Al principio se trataba de compañías itinerantes. Cada colectivo tenía lo que necesitaba: un actor principal, un actor secundario, un flautista, dos percusionistas y un coro. Más tarde, cada arte estableció su propio gremio: el de actores, el de costureros, el de los flautistas, el de los percusionistas. Ahora es un sistema jerárquico, con cada una de las cinco escuelas tradicionales de Noh dirigida por un líder hereditario, dotada de una integridad estilística de escuela, compartida por todos sus actores. Hoy en día existe una cuestión de transición de organización en el Noh, debido en parte al cambio económico y social. El debate que se plantea es si el Noh se produce mejor en la forma tradicional o bien se debe dejar a productores teatrales modernos que lo financien y lo posicionen comercialmente, como ha hecho el Kabuki.

El actor de Noh Mikata Shizuka, residente en Kyoto, representa Atsumori en Londres para A Day of Rare Buddhist Dances, 2009. Fotografía de Jonathan Greet para Core of Culture

Sobrevivir al cambio político, al cambio económico y a los cambios en la propia organización define la supervivencia de las danzas antiguas, algo que podemos observar hoy sucediendo ante nuestros ojos. Estos retos se nos plantean a todos a medida que nuestras vidas y nuestros tiempos avanzan, no son para nada retos exclusivos de las viejas danzas. Las danzas antiguas, sin embargo, tienen la costumbre de sobrevivir a los cambios. Tomarse un momento para reflexionar cómo estos cambios afectan a algo tan precioso como un ritual tántrico budista, proporciona un contexto vivo a nuestra comprensión y admiración hacia aquellos que mantienen encarnadas las antiguas enseñanzas.

Bailarines de Kandy se dirigen al templo al aire libre para representar el ritual Suvisi Vivaranaya, que durará toda la noche. Kandy, Sri Lanka, 2008. Fotografía de Gerard Houghton para Core of Culture

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