¿Por qué aceptar en español Buddha, buddhismo y buddhista?

D. RICARDO GUERRERO DIÁÑEZ, DR. ABRAHAM VÉLEZ DE CEA, DR. ALEIX RUIZ FALQUÉS

Después de muchos años dedicados al estudio y la traducción de textos buddhistas y sobre buddhismo —usando la lengua, las distintas lenguas, como principal instrumento de trabajo—uno puede comprobar cómo la forma es tan importante como el fondo, cómo una influye y determina al otro en ambos sentidos. El pensamiento está condicionado por la forma en que se expresa y, del mismo modo, la expresión verbal es el resultado de una determinada forma de pensamiento. Ambos se desarrollan conjunta e inseparablemente en el seno de una cultura y por parte de un grupo social cuyo principal nexo en común es la lengua. Ésta es la causa de que las lenguas estén vivas y en un proceso permanente de evolución. Las academias de la lengua tienen como misión atender los cambios que experimente la lengua en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes y velar por preservar la unidad en todo su ámbito de uso.

En lo que tiene que ver con nuestro trabajo, a lo largo de estos años hemos podido comprobar cómo un amplio grupo de escritores, traductores, editores, académicos y eruditos españoles, que ejercen su carrera docente y de investigación en instituciones y universidades de todo el mundo, usamos la grafía Buddha, buddhismo y sus voces derivadas en lugar de Buda y budismo, las únicamente lexicadas por la Real Academia Española de la lengua. En este artículo, vamos a intentar explicar las razones de nuestra preferencia.

Pintura japonesa figurando la presencia de los jesuitas a Japón.

En el caso de la lengua española y de la cuestión que nos ocupa, conocidas razones históricas han hecho que España volviera siempre su mirada hacia el Atlántico, de modo que nuestro país no cuenta con una tradición académica orientalista y de estudios asiáticos. Ésta pudo ser la razón de que la simplificación que supone la grafía Buda y budismo en español no recibiera ningún tipo de contestación académica cuando fue fijada por la RAE en 1884. Sin embargo, al menos desde 1875 existe constancia en lengua española del uso de la ortografía «Buddha»—Máximo Duncker, Historia de la Antigüedad —y, desde entonces, toda una tradición de hombres de letras ha seguido escribiendo Buddha y Buddhismo. Es el caso de Rubén Darío, José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges o Raimon Panikkar entre otros. Esa simplificación en la transliteración no se produjo en las lenguas de los principales países europeos—inglés, francés, alemán o italiano—, en que se respeta la ortografía de la palabra Buddha y sus derivadas. Además, es importante señalar que, ya en latín, los nombres son Buddha y buddhismus, teniendo como adjetivos: buddhicus/a/um, etcétera.

Ejemplos del uso temprano de la grafía Buddha en publicaciones en español.

Existen razones filológicas que justifican esta grafía. La palabra buddha proviene de la raíz verbal sánscrita √budh, que significa literalmente «despertar». También tiene otras acepciones metafóricas como «comprender», «percibir» o «iluminar». Así, Buddha significa «el que ha despertado, comprendido, percibido, o logrado la iluminación». En el contexto de la filosofía buddhista, el Buddha es aquel que ha despertado del sueño de la ignorancia, que ha comprendido la verdadera naturaleza de las cosas, que ha percibido la realidad tal cual es. La etimología de la palabra se revela en la ortografía buddha, participio de pasado pasivo, en sentido medio. En sánscrito y en pali, la palabra buddha consta de dos sílabas (bud-dha) y cinco letras (b-u-d-dh-a), pues en los sistemas de escritura india, «dha» es una única sílaba, y corresponde a dos sonidos (una consonante dh, y una vocal a), aunque se romaniza con tres letras. A este último respecto, hay que hacer mención a que, en el X Congreso de Orientalistas de Ginebra de 1894 y de Atenas de 1912, se llevó a cabo la estandarización de la transliteración del sánscrito en alfabeto latino. El resultado fue un sistema fijado internacionalmente y que se denomina a partir de entonces Alfabeto Internacional de Transliteración del Sánscrito (IAST en sus siglas en inglés).

Haciendo un pequeño recorrido por los diccionarios del español, encontramos que existen numerosas palabras con combinaciones consonánticas parecidas, como la « dh» en adherir, adhesivo o redhibición. Además, en la actualidad existe una verdadera profusión de extranjerismos aceptados en los que se preserva su ortografía original, como es el caso de feedback, ballet, jazz o software. Además de esto, en el caso de los nombres propios extranjeros de uso generalizado, en su mayoría no se ha producido ninguna simplificación ortográfica ni fonética, no suponiendo esto ninguna dificultad para su pronunciación y escritura. Éste sería el caso de nombres como Freud, Hegel, Nietzsche, Gandhi o Goethe. Respecto a este último nombre, la RAE recoge en su diccionario el término «goetheano», además de otros relativos como «wellingtonia». Entonces, surge la pregunta de por qué, siguiendo estos ejemplos, no debería mantenerse el mismo rigor ortográfico en todas las palabras relacionadas con el término Buddha y sus derivados buddhismo, buddhista, buddheidad, búddhico, etcétera. Creemos que no existe una razón que lo justifique y de ahí que decidiéramos hacer llegar esta reclamación a la RAE, cuya finalidad no es otra que la de legitimar el uso de estas palabras.

En la literatura buddhismo en español, podemos comprobar hasta la fecha el uso de las ortografías «Buda» y «Buddha». Pero mientras que, como hemos visto, la primera no cuenta con ninguna justificación más allá de una simplificación arbitraria, la última tiene un sentido lógico, filológico e histórico. Quizás se pudiera conceder que existe una cierta ventaja en el uso de la palabra simplificada, pero no es la opción que los especialistas prefieren. Aun dejando «Buda» como opción correcta, la palabra «Buddha» cuenta con la recomendación, uso y apoyo de autoridades académicas, del mundo de las letras, de estudiosos de las lenguas asiáticas y traductores de filosofía oriental. Este mismo colectivo no se siente cómodo cuando, por falta de reconocimiento por parte de la RAE, el uso del término «Buddha» y sus palabras derivadas es considerado por algunos como error ortográfico.

Portada del libro Buddismo de Raimon Panikkar. Portada del libro En palabras del Buddha editado por los autores del presente artículo

Hace ya más de medio siglo que no estamos en la era de la colonización en que era admisible modificar de forma arbitraria los nombres de culturas y religiones diferentes de la propia. Hay que señalar que nadie escribe «Chéspir» en lugar de Shakespeare y que, sin embargo, se ha entendido aceptable escribir Buda en lugar de Buddha. ¿Merecen acaso más respeto las figuras de la cultura occidental que las de la cultura oriental? Obviamente no, y por eso no parece justo perpetuar lo que podría considerarse un agravio por parte de la lengua española hacia un fenómeno cultural y religioso del peso mundial del buddhismo. Si se decidiera cambiar la grafía Shakespeare por Chéspir, el resultado no tendría consecuencias; en cambio, al utilizar Buda, budismo y budista en lugar de Buddha, buddhismo y buddhista se está perdiendo algo extremadamente importante: la conexión con la raíz verbal √budh(despertar) que refleja lingüísticamente la experiencia fundacional y el objetivo último de las culturas y religiones buddhistas. No es mera pedantería querer utilizar Buddha y sus derivados, sino cuestión de respeto y sensibilidad interreligiosa e intercultural.

Así pues, entendemos primordial para el desarrollo de nuestra actividad académica, de investigación, así como editorial, recibir el refrendo de la Real Academia Española de la Lengua en el uso de los términos Buddha, buddhismo, buddhista, búddhico, buddheidad, y sus variantes de género y número donde proceda.

D. Ricardo Guerrero Diáñez. Traductor y escritor. Presidente de la Asociación Hispana de Buddhismo, Madrid, España.

Dr. Abraham Vélez de Cea. Director de Estudios Asiáticos y catedrático de filosofía oriental Eastern Kentucky University, Richmond, Kentucky, EE. UU.       

Dr. Aleix Ruiz Falqués. Profesor de lengua pali, Shan State Buddhist University, Taunggyi, Myanmar.                                                                                       

Buddhistdoor en Español

Presentación del libro En palabras del Buddha. Una antología de Discursos del canon pali, de Bhikkhu Bodhi       

Entrevista a Abraham Vélez de Cea sobre la actitud del Buda hacia otras tradiciones religiosas

Dolores de crecimiento, flores incipientes: la Asociación Hispana de Buddhism

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  1. Para mantener la conexion con la raíz verbal budh.
    Para no seguir demostrando ignorancia del sánscrito y pali.
    Para tratar con la dignidad que merecen a las culturas y religiones orientales.
    Para preservar linguísticamente la experiencia fundante y meta espiritual de una de las grandes religiones del mundo.

  2. “¿Merecen acaso más respeto las figuras de la cultura occidental que las de la cultura oriental?”

    La misma hache le desapareció, en castellano, al propio Christus o Christós (Χριστός) o a Luther (Lutero), mientras que el inglés o el francés la mantienen en ambos casos (como en ‘Buddha’).

    Vistos los cambios operados en la grafía y pronunciación de otras grandes figuras religiosas, como Mahoma (Muḥammad), Abraham (Aḇrāˈhām), Confucio (Kǒng Fūzǐ), Lao-Tse (Lǎozǐ), etc., ‘Buddha’ sería una excepción.

    1. Esta petición no obliga a nadie. Sólo se espera el reconocimiento de una grafía de la que ya hacen uso muchos buddhistas y no sólo en el mundo académico o editorial. Puedes seguir usando la grafía que quieras. Si has leído el artículo con detenimiento verás que dice: “Aun dejando «Buda» como opción correcta…”. No pretendemos imponer nada, sólo solicitamos en base a los argumentos expuestos el reconocimiento de esta grafía como correcta. La propuesta no resta, sólo suma.

      1. El argumento del uso merece sin duda ser considerado (aunque sólo uno de los “hombres de letras” mencionados nació en el siglo XX), pero los otros son bastante problemáticos. Se podría escribir un texto paralelo aduciendo que quitarle la hache a Christós lo desconecta de su raíz griega, supone un agravio hacia la religión cristiana por parte de la lengua española, etcétera.

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