Maestra Ani Manuela

María Elvira Ríos

Este artículo es parte de nuestra edición especial «Mujeres y budismo en los países de habla hispana».

«Buscaba algo, pero no sabía que era. Cuando pequeña, mi madre nos envió a mis hermanas y a mí a hacer la primera comunión; yo le decía al sacerdote que no me hacía sentido todo eso… pero no me quedó de otra…».

Fuente: amigosdeltibet.cl

Ani Manuela nació en Villa Alegre, una pequeña ciudad ubicada en la provincia de Linares, en la Región del Maule, Chile. Allí creció junto a sus nueve hermanos, para luego trasladarse a la ciudad de Linares. Contadora de oficio, casada y con dos hijas, un buen día llegó una persona que le cambiaría el rumbo de su vida. Se trataba de un psicólogo que había conocido a los lamas tibetanos en Estados Unidos y de quien escucharía por primera vez la palabra «budismo”. Fue entonces que Ani inició sus prácticas, con la repetición del mantra Om Mani Padme Hum. Guiada por un lama khenpo que la había visitado en su casa y con quien tomó refugio en el Buda, en el Dharma y en la Sangha, formó un grupo de personas con el que inició las prácticas de rezos budistas.

Durante este nuevo quehacer fue notando poco a poco un cambio, el que le permitió percatarse, entre otras cosas, del maltrato que había recibido de su marido, por lo que decidió dar por finalizado su matrimonio e instalarse en la ciudad de Talca, donde inició una nueva vida. Para aquel entonces, Ani apenas estaba cerca de los 30 años de edad, por lo que sus primeras prácticas budistas las comenzó hace ya más de 35…

Pasó el tiempo y, como suele ocurrir, el grupo se fue desintegrando y otra vez volvió a quedar sola, situación que será recurrente en su vida. En una visita a Santiago se reencontró con el lama khenpo en el Centro de Meditación Drikung Kagyu y felizmente pudo retomar sus prácticas preliminares (Ngöndro) y la práctica especial de bodhicitta.Fue entonces que tuvo que detener su práctica, pues quedó sin maestro y sabía que ya era hora de partir a un retiro a la India. Para aquello, Ani debía reunir dinero, cuestión que logró después de pagar los estudios de su segunda hija. En aquel entonces su Santidad Drikung Kyabgon Chetsang Rinpoche viajó a Chile. Ani tomó los votos con él y en 2004 partió a la India, donde se quedó por tres años, tres meses y tres semanas.

Fuente: amigosdeltibet.cl

«Yo no pensé en el clima, nada, llegué y partí. Era invierno y hacía mucho frío, por suerte una amiga me regaló ropa. Fue una experiencia maravillosa porque hubo mucho entusiasmo en seguir la práctica. Aunque es cansador uno se acostumbra».

Al poco tiempo de regresar a Chile, Ani decidió volver a realizar otro retiro. Esta vez serían cinco años en Almora, India, en los que tuvo que superar otra serie de dificultades que se presentaron, principalmente por no contar con un monasterio, con una lama que hubiera podido seguir de manera continua en el camino y con un apoyo financiero que le permitiera estudiar. A esto se suma la dificultad del idioma, pero como ella misma señala, de una u otra manera se las fue arreglando.

En la actualidad, la maestra continúa sus prácticas de forma individual y realiza talleres de meditación. Destaca que, si bien ha tenido muchas dificultades para seguir el camino budista, se ha encontrado con mujeres que le han tendido la mano en diferentes etapas de su vida, de quienes siente un especial agradecimiento. Además de ellas la enseñanza de los lamas durante sus prácticas en Chile y en India, el apoyo espiritual e incluso financiero para realizar su segundo retiro, entregado por su Santidad Drikung Kyabgon Chetsang Rinpoche, junto también con la ayuda en la traducción de los textos de dos de sus compañeros, suman un grupo de personas de inmenso corazón y sabiduría, y que le han permitido avanzar en el Dharma.

Fuente: amigosdeltibet.cl

El optimismo de la maestra Ani ha sido incansable, pues a pesar de todas las adversidades en su camino espiritual, como mujer latinoamericana, de habla hispana, de un país lejano, con pocos recursos económicos y una lengua y cultura completamente diferente a la tibetana, la maestra no pierde las esperanzas de continuar sus estudios y vivir en comunidad, en un monasterio:

«Tuvimos la fortuna de que los tibetanos salieron hacia occidente (y eso se agradece a los chinos). Todo se ha dado tan naturalmente que realmente soy muy afortunada, porque hay lugares en que nunca llega el Dharma y aunque tengan acceso a él hay pocos que lo quieren practicar. Yo tuve las condiciones y tengo la fe de que ese es mi camino, de lo que siento que es absolutamente la verdad para mí, de lo que no tengo ninguna duda».

En la actualidad, la maestra continúa sus prácticas de forma individual y realiza talleres de meditación. También ha observado que en Chile las personas son simpatizantes al budismo y muestran interés, por lo que espera poder continuar con la difusión del Dharma; «eso sí, no aceptan el karma…eso cuesta un poco aquí en Occidente».

En la complejidad que vivimos hoy en día y específicamente en todo lo que ha vivido su país en estos últimos meses, Ani Manuela quiere recordar a quienes tienen el poder sobre la sociedad que no olviden que somos nosotros mismos los que generamos las causas, por lo que quienes sólo piensan en su propio beneficio fácilmente producen desequilibrios…

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MARÍA ELVIRA RÍOS (1980), es doctora en estudios de Asia y África, con especialización en China, del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México (2015). Sus publicaciones abordan temáticas en torno al budismo chino contemporáneo, cultura e idioma chino. Ha publicado sus investigaciones en diversas revistas académicas. Actualmente dicta el curso Estética Budista en el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile y es postdoctorante Fondecyt (3190076) en la misma institución, con la investigación “La reflexión ecológica del budismo chino”. María Elvira es miembro de ALADAA CHILE (Asociación Latinoamericana de Asia y África).

This Post Has 2 Comments

  1. Si, efectivamente, la doctrina del karma (en comparación con anatta) cuesta trabajo su aceptación en contextos cristianos. Pero yo lo veo como una oportunidad del dialogo interreligioso, donde las diferencias relativas son enriquecedoras. Ademas, hay puntos de confluencias. Ademas, en el mismo budismo hay diversidad de enfoques al respecto.

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