Entrevista a Marina ShinJi Tirado, Centro Zen Bodaishin, Caracas, Venezuela

ALEIX RUIZ FALQUÉS

Este artículo forma parte de nuestra edición especial «Mujeres y budismo en los países de habla hispana».

Marina ShinJi Tirado, nacida en Caracas, Venezuela, fue discípula del sensei Yves Zen Gaku Mansen Carouget desde 1990 hasta 2010. Es representante de la tradición zen en Caracas desde 1993, cuando tomó los votos buddhistas y abrió su primer dojo, que en el año 2000 se convirtió en del Centro Zen Bodaishin. Desde 2014 es instructora del zen autorizada por la Asociación Zen Internacional. Desde el año 2000 estudia filosofía buddhista con el venerable Geshe Ngawang Sherap. Es presidenta del Círculo de Cooperación para el Diálogo / Iniciativa de las Religiones Unidas, URI CC Venezuela 2014. También presenta y produce el programa de radio sobre buddhismo “Hoy Exactamente Ahora” del Centro Zen Bodaishin.

Marina ShinJi Tirado. Fotografía cortesía de Marina ShinJi Tirado.

ALEIX RUIZ FALQUÉS: Antes de tu inmersión en el buddhismo te dedicabas al diseño gráfico y tenías un gran interés en el mundo de las artes visuales. Tu iniciación al buddhismo zen tiene por origen un curso de caligrafía. ¿Nos podrías contar un poco por qué te interesaba la caligrafía china y por qué esto te llevó al zen?

MARINA SHINJI TIRADO: Desde joven siempre me admiró el arte chino y japonés. Especialmente me atraía el arte japonés y, sobre todo, la caligrafía, que me parecía imposible de hacer. Gracias a unos amigos me enteré de la existencia de un taller en Caracas. El taller lo dirigía el sensei Paul Shodo Quintero, un practicante de zen, antiguo alumno del sensei Carouget, y se daba los fines de semana. Allí el sensei todo el tiempo comparaba la caligrafía con el camino del zen y daba ejemplos del arte zen. Un día ofreció una charla al final de la tarde y me quedé para escuchar.

En aquella charla el sensei Quintero dio una introducción al zen, explicó lo que era. Para mí esto supuso un tremendo impacto. En la charla vi reflejado mucho de lo que en aquel entonces pensaba y buscaba, por cierto inconscientemente, porque no conocía ni el zen ni el buddhismo.

Las palabras del sensei, así pues, fueron un detonante que me impulsó a meditar con ellos. El día siguiente (recuerdo que era un domingo del mes de julio de 1990) me uní al grupo de práctica de meditación y hasta hoy nunca he dejado de practicar. En algún lugar leí que zazen era como llegar a casa. Así es como yo lo percibo también: es mi casa, mi vida, sin ninguna duda.

La caligrafía la sigo practicando. No soy muy buena, me gusta más el sumi-e (aguada japonesa) y el ikebana, el cual hasta lo enseño. El zen y el arte me llevan al encuentro con la creatividad.

ARF: Cuéntanos un poco cómo fue la relación con tu maestro, quién era.

MST: Desde el año 1990 hasta el año 2010 mi maestro fue el sensei Yves Nansen Zen Gaku Carouget, discípulo del maestro Taisen Deshimaru. Sensei Carouget fue un inmigrante francés que llegó a Venezuela en la década de los 50, cuando el boom petrolero nos situó como uno de los paises más ricos de Sudamérica y el Caribe.

Sensei Carouget llegó a Venezuela con su esposa y se instaló en la ciudad de Maracaibo, al oeste del país, en la frontera con Colombia, donde estaban por aquel entonces todas las compañías petroleras. Traía con él conocimientos de judo y aikido, y se convirtió en uno de los pioneros de las artes marciales en Venezuela. El zen lo conocía solo a través de los libros, hasta que se enteró de la llegada a Francia del maestro Deshimaru y comenzó sus idas a los retiros de verano en Francia.

Yo conocí al sensei Carouget el mismo año que comencé la práctica de zen en un retiro en las montañas de los Andes venezolanos, donde él se había mudado años atrás, cuando se retiró de las artes marciales.

Mi relación con el maestro fue muy buena, a pesar de ser él una persona de carácter más bien marcial y severo. Todo el mundo le tenía miedo, pero yo hablaba francés, porque estudié en Montreal, y siempre que conversábamos lo hacíamos en su lengua natal, lo cual a él le agradaba mucho.

Su manera estricta de enseñar a veces me chocaba. Para mí, el zen tenía un sabor más dulce, pero él siempre nos dejaba ver que su intención era sacudirnos el ego, cosa que muchas veces nos estremecía.

Sé que vio en mí a una persona responsable y sincera en la práctica. Por aquel entonces yo tenía mi propia compañía de diseño, así que cuando se necesitó a una persona para que se hiciera responsable de la transmisión de la enseñanza, no dudó en darme esa responsabilidad. Yo nunca la pedí y no me imaginé jamás que eso me llegara a suceder. Además, el maestro siempre me consideró como una hija, cosa que le agradezco tanto como todo lo que me enseñó.    

Sensei Zengaku Nansen Carouget (25/12/1926-29/1/2010), patriarca del zen en Venezuela. Fotografía: Centro Zen Bodaishin.

ARF: ¿Cuál fue tu motivación para tomar los votos monásticos? ¿En qué consisten exactamente estos votos y cómo cambió esto tu vida?

MST: Bueno, comienzo por explicar en qué consisten. Primero se toma refugio en los tres tesoros, con cinco votos. Luego la motivación a ser monje siempre debe ser autorizada o aceptada por el instructor. Esta es la forma de tomar los votos según la escuela Sôtô Shu. Primero uno es monje novicio, y hasta acá llegué con el sensei Carouget.

Mi toma de refugio fue realmente un guiño del universo, no me lo esperaba. Las causas y condiciones se dieron por un problema con el instructor de Caracas. Sucedió que nos quedamos sin instructor y el sensei decidió que yo iba a ser una de las responsables del dojo y de la enseñanza. Fue en un retiro donde hubo el detonante de aquella situación de falta de liderazgo, y salí del retiro ya ordenada y muy confundida sobre qué pasaría con toda esa responsabilidad. Creo que no tenía muy claro hacia donde estaba virando mi vida.

Pocos años después sí desarrollé la motivación de ser monja, por mi gran responsabilidad como instructora de zazen y mi posición dentro del dojo de Caracas.

No tuve problemas personales, pero sí había dudas por mi edad, mi profesión… La gente que llegaba al dojo siempre esperaba encontrarse a una señora mayor, no a una chica vestida a la moda que trabajaba como directora de arte.

Mi vida cambió muchísimo, pero no por la ordenación, sino por mi compromiso de dedicarme al enseñar el zen y profundizar más en mi camino.

Pero aun despierto sospechas. Las venezolanas no por nada ganamos todos los concursos de belleza (risas). Esto es un kōan Zen…  Aún esperan a esa viejita que no llega, pero la culpa es del zazen que nos mantiene jóvenes aun…

ARF: Me imagino que no fue fácil asumir la responsabilidad de ser maestra desde tan joven, y mucho menos siendo mujer. ¿Podrías explicar cómo fue la experiencia y qué has aprendido durante estos años de enseñanza del zen en Venezuela?

MST: Aún no soy maestra zen, me falta el camino de la transmisión. Pero sí comencé de muy joven como instructora de zen, por eso mis peripecias que comenté anteriormente. Y para colmo, soy mujer… El sensei Carouget, a pesar de su edad (podía ser mi padre) no tenía problemas con tener monjas responsables de dojos. No soy la única. Pero sí encontré alumnos del zen que preferían instructores hombres. Eso proviene de las otras tradiciones religiosas, sobre todo en América, donde el cristianismo es asunto de hombres. Ahora eso tampoco escapa al buddhismo. Se tiende a creer que el maestro debe ser un hombre… Buddha lo fue, pero bueno hay que ir a su época y entender la sociedad de entonces.

Puedo decir que las personas que más me han relegado por ser mujer son aquellas que no tienen un conocimiento profundo del Dharma. Y, bueno, también he tenido que lidiar con otros desafíos durante estos años, como la envidia. Pero eso solo ha demostrado que he hecho las cosas bien. Eso me ayuda a cultivar mi compasión hacia todos. 

El zen me ha enseñado que solo somos sunyata, vacuidad. Así que siempre les digo a mis alumnos: yo no soy el zen, ni tengo el poder de despertarlos; solo su práctica lo puede hacer.  Lo importante es tener a un instructor o instructora que practique lo que enseña. Lo demás son etiquetas y mente que discrimina.

ARF: ¿Cómo ves las posibilidades de establecer vínculos entre tradiciones de práctica buddhista diferentes y entre diferentes países de habla hispana?

MST: Lo importante no es ver lo que nos diferencia, sino que todos seguimos el Buddhadharma, todos somos discípulos de Buddha. Lo fundamental es tener ese espíritu o motivación que nace de contemplar cómo las enseñanzas aportan beneficio a la humanidad y la ayuda a liberarse del sufrimiento.  

Solo puedo hablar desde la experiencia que tengo con el Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (IEBH), donde soy productora del contenido de redes sociales y he tenido la oportunidad de participar en el Diplomado de Buddhismo, que me aportó un gran conocimiento, sobre todo del theravada. Además, he podido aprender mucho en las conferencias impartidas por instructores y monjes de diferentes escuelas de buddhismo. La gran motivación es ayudar a los demás, y hacerlo en español. En este lado del mundo solía llegar solo el buddhismo zen y el tibetano. Está bien abrirse a otras tradiciones. Ahora tenemos la posibilidad de acceder a muchas enseñanzas en nuestro idioma y sin tener que viajar. Operamos totalmente en línea desde los comienzos del IEBH, mucho antes de la pandemia. Esto nos da una ventaja, ya estábamos listos con tecnología punta.

ARF: ¿Cómo concibes el papel de los medios de comunicación (radio, internet) en la enseñanza del buddhismo?

MST: Desde el año 2014 tengo un programa sobre buddhismo en una radio por internet. Ya antes, por mi larga experiencia en publicidad y diseño, venía utilizando las redes sociales para el Centro Zen Bodaishin. Pero volviendo al programa, ha sido una experiencia extraordinaria llegar a cualquier parte donde tengan internet y escuchar a mis invitados. Considero que es maravilloso contar con la tecnología que permite a muchos maestros y maestras llevar el Dharma a más personas.

Grupo de meditación zazen en el Centro Zen Bodaishin, Caracas. Fuente: Centro Zen Bodaishin, cuenta de Instagram, https://www.instagram.com/p/BXS5l2sDXW2/

ARF: ¿En qué otros proyectos, a parte del Instituto de Estudios Buddhistas Hispano, estás trabajando ahora mismo?

MST: Sigo con la enseñanza en el Centro Zen Bodaishin. En estos momentos tenemos la modalidad virtual. Cuando las condiciones sean propicias volveremos a encontrarnos en la sala de meditación, pero no creo que dejemos lo virtual, ya que os hemos reconectado con la diáspora del zen y con nuevos alumnos en otras ciudades de Venezuela donde no hay dojos de zen.

Por otra parte, mi programa de radio pronto comenzará una nueva etapa donde pasará a YouTube y se convertirá en un programa regular del canal del IEBH.

En el 2018 creé y diseñé, a partir de mi experiencia en meditación para niños, un programa llamado Formación para docente en atención plena para niños, que comenzamos en 2019 con escuelas públicas. El año pasado lo hicimos también con colegios privados y ahora estamos ofreciendo la formación de manera online para docentes en cualquier parte de Latinoamérica y más allá. Ya hemos dado formación a docentes en México, en dos ciudades diferentes. 

ARF: La pandemia interrumpió tu viaje a Francia para preparar la transmisión del linaje de los maestros. ¿Nos podrías detallar un poco en qué consiste este viaje que tienes preparado y cómo va esto a cambiar tu vida y el estatus del dojo?

MST: Así es, no pude iniciar mi camino por la pandemia. La iniciación consiste en retiros de tres meses llamados angos, que se realizan cada año en un monasterio zen. En mi caso no lo voy hacer en Japón, donde normalmente se hace, sino en Dordoña (Francia), en el monasterio de Kanshoji, donde está mi maestra, la Ven. Hosetsu Scamama, francesa de madre venezolana y discípula del Maestro Taisen Deshimaru. Ella recibió la transmisión de Donin Minamisawa Roshi, vice-zenji de Eiheiji y es una kyoshi (“maestra calificada”) de la escuela Sôtô.

Tomar la transmisión es una decisión muy pensada, por supuesto. Pedirle a mi maestra ser su alumna es algo serio. Ella me aceptó. También el esfuerzo, tanto físico como económico que esto implica, es algo en lo que he tenido que pensar. Pero cuando uno tiene una responsabilidad como es la de trasmitir la práctica del zen, la forma más correcta es la que tiene trazada la escuela Sôtô. Esto ayudará a que se pueda tomar refugio en nuestro centro, a que se puedan ordenar monjes y monjas, a que se pueda continuar el linaje y se pueda ayudar a las generaciones futuras. Ayudará, sobre todo, a sembrar las auténticas enseñanzas de zen del maestro Dogen.  Ahora tengo que reprogramar mi viaje, buscar fondos y apoyo para los pasajes.

ShinJi Tirado en Vietnam, 16va celebración del Día de Vesak de Naciones Unidas del 2019, participando como delegada por Venezuela, en el Templo de Tam Chuc, en Ha Nam. Foto cortesía de Marina ShinJi Tirado.

ARF: ¿Por qué consideras que es importante el linaje de los maestros en la tradición Zen?

MST: El budismo zen enfatiza que la esencia de la enseñanza es transmitida del maestro al discípulo. Esta idea se ejemplifica en una historia de Mahakashyapa con el Buddha. Cuando el Buddha mostró a los monjes una flor que tenía en su mano y la giró, solo Mahakashyapa sonrió…

El maestro es una referencia y un recordatorio de las enseñanzas, para no desviarnos del camino y no crear otro camino desde nuestro ego. Por eso, aunque tu maestro muera, siempre debes buscarte otro. Porque la mente zen es la mente del principiante.

El linaje es muy importante, es tu vínculo con la enseñanza.

ARF: Para terminar, permíteme una pregunta cliché: ¿cuál es tu koan favorito?

MST: En la escuela Sôtô Zen el koan se utiliza relativamente poco, pero tengo uno que me acompaña siempre:

                  Tu rostro original antes de que nacieran tus padres.

ARF: Muchísimas gracias, ha sido un honor y un placer poderte entrevistar, Marina ShinJi.

MST: Gracias a ustedes.

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