La sangha mexicana en números

EZER R. MAY MAY

Este artículo es parte de nuestra edición especial «El budismo en los países de habla hispana»

El informe “The Future of World Religions: Population Growth Projections, 2010-2050” del Pew Research Center, proyecta el decrecimiento de la población mundial budista, de 7.1% a 5.2%, es decir, disminuiría 1.9% de 2010 a 2050. Y a pesar de que, en el informe, el budismo es la única religión con esta proyección negativa, es posible notar que la población sin afiliación religiosa descendería 3.2% entre este mismo intervalo de cuarenta años. De manera opuesta, musulmanes, hindús y cristianos pentecostales gozan de agraciadas proyecciones.

En el análisis regional es visible que en Asia-Pacífico y en Latinoamérica-Caribe se ubica el proyectado decrecimiento, posicionando a Norteamérica con el mayor incremento de 0.3%; inclusive, Estados Unidos de América formaría parte de los diez países con mayor población budista mundial en 2050.* Estas proyecciones no deben sorprendernos totalmente.

Fuente: josecardenas.com

En este año, 2019, tuve la oportunidad de asistir a las celebraciones del United Nations Day of Vesak realizado en Vietnam durante el 11 y 15 de mayo. La logística fue gigantesca; personas provenientes de distintos países, incluido latinoamericanos, se encontraron para realizar rituales religiosos y presenciar actividades culturales. La gente local salía de sus casas para saludar a los visitantes que se dirigían a la pagoda Tam Chuc, sede principal. Los compañeros de América Latina estaban sorprendidos por semejante movilización, y más por la considerable cantidad de jóvenes locales voluntarios. Los budistas, con los que coincidí, de Colombia, Chile, Venezuela, Paraguay, Uruguay y por supuesto de México, añoraban que pueda darse en magnitud similar esta manifestación pública y cultural budista en sus respectivos lugares de origen.

El autor junto a dos budistas mexicanos posando frente a la entrada de la pagoda Tam Chuc, Vietnam, durante la UNDV-2019. Fuente: Archivo personal de Sergio Alvarado
El autor junto a dos budistas mexicanos posando frente a la entrada de la pagoda Tam Chuc, Vietnam, durante la UNDV-2019. Fuente: Archivo personal de Sergio Alvarado

Casi todos ellos creían que los jóvenes voluntarios eran budistas, por lo que me aproximé a preguntar a aquellos que pude, y en todos los casos la respuesta fue negativa. Una de las compañeras mexicanas se preguntaba, ¿cómo es posible que aquí estén abandonando el budismo, no se dan cuenta de lo afortunados que son al vivir en un país budista? Aquí retomo mi afirmación anterior: estas proyecciones no deben sorprendernos, puesto que, de manera general, las religiones tradicionales están en declive. El budismo, en Asia-Pacífico, representa a la tradición y es vista como una religión para la senectud. Situación similar se vive en América Latina en relación con el catolicismo. Pero si se trata del declive del budismo por ser una religión de tradición en Asia, ¿qué sucede en nuestro continente, donde se proyecta un mismo destino sin ser una religión tradicional, sino todo lo contrario?

De acuerdo a las investigaciones del Dr. Frank Usarski, en Brasil se registró un descenso de 236,408 en 1991 a 214,873 budistas en el 2000; Usarski señala dos líneas de análisis para comprender este panorama latinoamericano. La primera radica en el carácter institucional de los grupos budistas fuera de Asia, en el que el compromiso religioso es laxo y, por tanto, los latinoamericanos como los occidentales carecen de una pertenencia sólida y cercana con el budismo. La segunda se relaciona con la situación antes esbozada, el budismo étnico o inmigrante en Brasil está envejeciendo y los descendientes asiáticos están abandonando la creencia parental.** Hasta aquí, los datos del macro-nivel convergen con el caso brasileño, que es el más conocido en América Latina por las abundantes investigaciones al respecto. No obstante, en México se asoma un escenario cuantitativo distinto.

Los censos disponibles en México provienen del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) desde 1985 hasta el último en 2010. Con base en esta información es posible observar que hubo un paulatino crecimiento entre 1895-1910, uno mínimo de 1910-1930 y una notoria caída de 1930 a 1940. Después de esto, existe un vacío enorme de información debido a que el censo dejó de registrar a los budistas, retomándolo en el 2000, momento en que se hace visible un crecimiento exponencial en dirección a 2010: de 5,346 a 14,062 budistas registrados, es decir, más del doble.

Población budista en México, 1895-2010
Fuente: elaboración propia con base en los censos del INEGI de 1895, 1900, 1910, 1930, 1940, 2010 y los micro datos de 2000.
Población budista en México, 1895-2010 Fuente: elaboración propia con base en los censos del INEGI de 1895, 1900, 1910, 1930, 1940, 2010 y los micro datos de 2000.

La mayoría de los budistas contabilizados entre 1895-1910 se encontraron en el norte del país, esto se debía a que las olas de inmigrantes asiáticos se establecían en esta zona como una parada para ingresar al vecino Estados Unidos de América; sin embargo, no todos lograban su acometido, por lo que decidían permanecer en tierras mexicanas. Entre los motivos del descenso podemos mencionar el periodo bélico de la Revolución Mexicana (1910-1917) y la posterior Segunda Guerra Mundial. Entre 1910-1930, la población budista disminuyó la cantidad de 3,573 personas. No obstante, como mencioné, en los dos últimos censos se evidencia un notorio crecimiento.

El antropólogo argentino Alejandro Frigerio arguye que, en el asunto de los censos, lo que puede entreverse son los distintos niveles de identificación religiosa, principalmente la identificación social y no la personal ni la colectiva. En los censos, el respondedor hace referencia al ¿quién soy yo? y mínimamente en el ¿qué creo yo? De antemano, en América Latina es innegable la multi-religiosidad y/o la convivencia de distintas creencias. Es posible encontrar a un individuo que sea católico, pero que crea en el karma o en la reencarnación. En este sentido, el crecimiento cuantitativo nos remite a pensar qué sucede cuando un individuo dice ser budista, aunque tal vez siga acudiendo a la misa católica o crea en la eficiencia simbólica de la virgen María. Queda mucho por investigar para ofrecer una respuesta precisa. Pero usted lector, podría hacerse a sí mismo la siguiente pregunta: ¿cómo me identifico ante el censador?

Prosigamos con la siguiente cuestión, ¿en qué parte de México se identifican mayormente como budistas? En el 2000, las regiones Centro y Occidente predominaron en cuanto a población budista, mismas donde se concentra la mayoría católica del país. En 2010 surge la región Noroeste como otra de las regiones con alto porcentaje de budistas, teniendo como protagonista a Baja California, la cual aumentó porcentualmente de 4.28% a 10.75%. Los budistas aún permanecen centralizados en la capital mexicana, pero con tendencias de desplazamiento hacia el norte del país.

Budistas y cristianos por región, 2010
Fuente: elaboración propia con base en el censo del INEGI, 2010.
Budistas y cristianos por región, 2010 Fuente: elaboración propia con base en el censo del INEGI, 2010.

En el aspecto de la procedencia de dichos budistas, los datos censales nos indican que no son predominantemente extranjeros; al menos, de acuerdo con el censo del 2010, el 67.14% nació y se socializó en tierras mexicanas. Por un lado, hallamos que los budistas nacidos en México tienen una presencia significativa en las entidades con mayor porcentaje de población budista. Por el otro, es posible observar que en la población budista nacida en Asia se produjo el siguiente cambio: en el 2000 se contó el 26.32% de China y 62.34% de Japón; y en el último censo, 57.45% y 26.75%, respectivamente. Este cambio resulta expectante, ya que actualmente el budismo japonés predomina en México. Digo expectante, porque aún no se sabe si influirá en el futuro panorama del budismo.

Ahora llegamos a la cuestión de los grupos etarios. En la gráfica 3 es posible observar que la población de 40-59 años disminuyó, es decir, el grupo de adultos. En tanto los sectores de niños-adolescentes (0-14 años) y jóvenes (15-24 años) aumentó; y en el sector mayoritario se mantiene el grupo que corresponde a 25-39 años con 33.59%. Estos números son una proyección positiva, porque al parecer, la población budista no está envejeciendo. Sin embargo, nos indica que los dos sectores de menor edad posiblemente representan a una población budista de nacimiento, es decir, hijos de padres budistas. Aunque es difícil corroborarlo ahora, es plausible.

Población budista por grupo etario, 2000-2010
Fuente: elaboración propia con base en microdatos del INEGI, 2000-2010
Población budista por grupo etario, 2000-2010 Fuente: elaboración propia con base en microdatos del INEGI, 2000-2010

No quisiera dejar pasar una de las características que más me llamó la atención. A pesar de que en los datos nacionales aun predominan numéricamente los hombres sobre las mujeres, en el estado civil que registra el censo relucen algunos elementos interesantes. La tendencia general comprende población con estatus civil independiente y autónomo. Por una parte, este dato no es inusual si recordamos que el sector mayoritario es joven y adulto-joven. Pero al acercarnos a los detalles, encontramos que el número de mujeres supera al de los hombres en los rubros de divorciada, separada y viuda en ambos censos, de 2000 y 2010. Este dato es revelador, porque nos dirige a comprender al budismo como un medio que coadyuva a la mujer a tomar el control de sus vidas en condiciones de autonomía y/o de soledad, cuando éstas se convierten en jefas de familia, tornando esta condición civil en virtud y fortaleza.

Fuente: elaboración propia con base en microdatos del INEGI, 2000 y 20100
Fuente: elaboración propia con base en microdatos del INEGI, 2000 y 20100

Está claro que, en términos cuantitativos, el budismo no es para muchos un fenómeno religioso significativo en México. Sin embargo, “la importancia de atender a sectores minoritarios con tendencias grandes como la budista sería, por un lado, útil para reflexionar sobre la dirección y sentido de los cambios sociales que acaecen en México en relación a los valores y las actitudes, al considerar que el budismo también trae consigo una ética moral y económica. Por otro, conocer los cambios y continuidades que impulsa la población budista; es decir, su impacto social como agentes activos en la sociedad”.*** Al lector invito a ponderar de manera provisional estos datos, pues junto con usted estoy a la expectativa de los resultados del próximo censo de 2020.

* Pew Research Center, 2 de abril de 2015, “The Future of World Religions: Population Growth Projections, 2010-2050. Para la sección dedicada a los budistas, véase pp. 102-111.
** Para mayor detalle del caso brasileño, véase Usarski (2004). “O dharma verde-amarelo mal-sucedido –um esboço da acanhada situação do Budismo”, en Estudos Avançados, v. 18, núm. 52, pp. 303-320 y Usarski (2008). “Declínio do budismo “amarelo” no Brasil”, en Tempo social, v. 20, núm. 2, pp. 133-153.
*** Para mayor detalle sobre este tema específico, véase May, Ezer (2019). “Budistas en México. Una aproximación desde las estadísticas censales”, en Debates do NER, año 19, núm. 35, pp. 237-270.

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Ezer R. May May é antropólogo social e historiador. El área de especialización son las ciencias sociales de la religión y las creencias. Ha realizado investigaciones sobre el protestantismo y el budismo mexicano; y en su corta carrera académica ha publicado los resultados de sus pesquisas en distintas revistas académicas nacionales e internacionales, y también es autor en la Encyclopedia of Latin American Religions y en el Diccionario de las religiones en América Latina. Actualmente es miembro de la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México (RIFREM), de la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del Mercosur (ACSRM) y de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC-Yucatán).

Otra área de trabajo profesional ha sido el activismo en materia de derechos indígenas, específicamente del pueblo maya. Ha escrito columnas para la plataforma periodística Contralínea sobre ecología política, derechos indígenas, megaproyectos de desarrollo e historia de los pueblos mayas.

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